FALACIA DEL MARINERO


Decía Bachelard en sus Diarios íntimos que “para el hombre que sueña ante el mar, seis o siete leguas representan el radio del infinito”.

En la misma línea, todos tenemos la idea de navegar, surcar los mares, que no tienen fronteras, deslizarse sobre la inmensidad,  como uno de los sueños más reiterativos de libertad.

Sin embargo la realidad es otra.

Tú no eres el velero, que se desliza manso o encabritado entre delfines (si aparecen), eres la persona que va dentro, limitada al espacio de la embarcación que flota bajo tus pies y que en la mayoría de veces compartes con otras personas, que mejor que te caigan bien y haya feeling, porque de lo contrario la cosa puede ser bastante desagradable.

Las comidas, los descansos, la higiene, el trabajo……están aún más restringidas y definidas que casi en cualquier situación en tierra.

Tampoco puedes plantearte lo de: “échate a un lado y para esto que me bajo ahora mismo” noooooo, de eso nasti de plasti, ahí te quedas y te lo comes con patatas hasta llegar a puerto y por mucho que intentes alejarte de una situación tensa o incomoda, la cosa (con suerte) no va más allá de los 30 o 40 pies, a 33 cm por pie, tampoco es que te puedas ir muy lejos.

En el mejor de los casos estamos hablando de navegación deportiva y en embarcaciones actuales. 

Verbigracia un poné, un grupo de amigos que se van de Algeciras a Canarias a echarse una millas. Como haya algún gilipollas o alguien con una higiene “deficitaria”, o un quejica, o alguno de “esos” con el don de tensar los ambientes…….toma singladura jodida.

Cuando veo pelis o leo libros como los del Motín de la Bounty, o los de Patrick O'Brian me imagino lo que sería una de esas navegaciones, que por mucha imaginación que le eche, seguro que me quedo corta, se me ponen los vellos como escarpias o como las puntas de un rezón que para el caso es más náutico: comida en mal estado, enfermedades, castigos ejemplares………….uuuuffffffff no me extraña que se tiraran a los brazos del ron protector.

Y sin embargo son estos navegantes, piratas incluidos, los que están tradicionalmente investidos con una romántica  pátina de aventurera libertad

Igual, es que cuando estas en cubierta respirando partículas de mar te relajas, secretas otro tipo de hormonas, ralentizas el metabolismo y todas esas cosas que nos cuenta la talasoterapia y te pones a flipar en colores.

O igual, es que nos conformamos con creernos poseedores de esas seis o siete leguas a las que  llamamos “infinito”.



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