CREPÚSCULO EXQUISITO


Creo que ya he mencionado anteriormente que le echo muchas horas a ver cine (pero en la tele, la pereza es lo que tiene) y no puedo resistirme a hacer una pequeña reseña, de lo último que me ha impresionado, no me atrevo a llamarla critica, porque cometería un pecado de vanidad imperdonable, ya que no entiendo un carajo de esas cosas de la iluminación, los encuadres y toda la parafernalia técnica que rodea una producción. Me conformo con una historia bien contada y bien interpretada, que aunque parecen premisas básicas, la historia del séptimo arte, nos demuestra que no es algo al alcance de todos.

Pues a lo que íbamos, el Sr. Eastwood, es un icono del cine desde hace……….buf, ni se sabe. Al principio, con la arrogancia que da, haberse tragado muchas sesiones dobles en los cines de verano, lo tenía encuadrado en el grupo de actorzuelos que no me gustaban, ese vaquero mal lavado y mal afeitado a las ordenes de Sergio Leone, o ese Harry El Sucio, o el Ejecutor…o lo que correspondiera de la saga, destilando testosterona y repartiendo justicia divina desde su Magnum 44, sinceramente, no animaba mucho a verlo, no eran personajes que me interesaran lo mas mínimo, ni entonces, ni ahora, aunque ahora igual me gustaban mas, por lo que tienen de entrañables.

No voy a contar la trayectoria del Sr. Eastwood, porque ya hay mucha gente, mejor informada que yo, que lo han hecho. Solo que con el tiempo le he dedicado más atención, le he seguido más de cerca, y en la actualidad con solo oír su apellido, intento no perderme nada de lo que haga como actor o como director. Es el ejemplo más claro de que algunas personas son como los buenos vinos, él desde luego sí.

El jueves pasado emitieron en la 2 “Banderas de nuestros padres”, y ayer “Cartas desde Iwo Jima”. No me gusta el cine bélico, en general, y el que menos el de la II Guerra Mundial, sin embargo lo que ha hecho el Sr. Eastwood con la penosa historia de esa maldita isla, es una autentica obra de arte, no sé si del séptimo arte, pero si del arte del equilibrio.

No se ha detenido ni en los bandos, ni en las motivaciones, ni en el conflicto. Ha hecho una delicada vivisección de los hombres que se vieron envueltos en semejante despropósito, evitando un maniqueísmo fácil y manido, sin caer en el rimbombante heroísmo, en el altruismo impostado, en el patrioterismo exacerbado…en todos esos lugares comunes que hacen a las películas de este género un autentico coñazo. A pesar de eso, sus personajes son héroes, patriotas y altruistas.

Están definidos con una riqueza de matices, tan humanos, que es imposible no identificarse con ellos, sin obviar la cobardía, o la crueldad; lo grande o lo mezquina que puede llegar a ser una persona llevada a esos límites de miedo y supervivencia; sin quitar un gramo de lo peor de una batalla, pero sin regodearse en la típica casquería gore, de la que también pecan unos pocos de títulos.

No se vuelven locos por la desesperación, no son histriónicos, no realizan grandes hazañas que cantaran las generaciones venideras, ni son excéntricos o pintorescos, ni soldados autómatas con el cerebro dañado por la disciplina castrense. Son reales, gente real vestida de soldado y haciendo las cosas lo mejor que puede.

Son dos películas muy especiales y totalmente recomendables para cualquiera, la lectura de las dos culturas en conflicto es sincera y sutil. No se hacen concesiones a ninguna de ellas, ni publicidad gratuita.

Los personajes son lo que son, calidoscopios de sentimientos y de historias.

La guerra es lo que es, una farsa cruenta que se alimenta de la sangre de sus hijos, como Saturno.

Y el Sr. Eastwood es lo que es, el puto amo.

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