20 DE DICIEMBRE, DIA DEL ESCEPTICISMO


Siguiendo el Proyecto Sandia (que nombre poco serio por favor), en esta fecha se conmemora la perdida irremediable de Carl Sagan, y por lo tanto, una fecha estupenda para predicar el escepticismo.

Como buena discípula, también se encuentra en mi estantería “El mundo y sus demonios”, entre otros, fue el primer divulgador que me transmitió la fascinación por el universo, a pesar que los efectos especiales por entonces andaban en mantillas, e incluso consiguió meter en mi cabeza (tan poco dotada para estas cosas) algunos conceptos de física. Para mi es inolvidable la explicación de las dos y las tres dimensiones.

A pesar de eso, mis conocimientos en estas materias es, cuanto menos, mísero. Así que como de costumbre me lo llevo al plano personal.

He tenido una completa educación en colegios religiosos, tengo amigas que echan las cartas, alguna especialista en reiki y otras pocas de cosas más o menos espirituales, místicas o esotéricas…….pero no, como que no me sale natural creer en esas cosas.

A ciertas edades, el que mas el que menos hemos pasado por momentos duros de perdidas, de soledad, de vacío. Momentos inevitables, en los que hubiera dado cualquier cosa por creer en algo, por tener el consuelo de una transcendencia espiritual, en forma de paraíso o de reencarnación o de cualquier zarandaja que hubiera aliviado un dolor devastador, pero parece que el día que repartieron la fe, falté al colegio (estaría con varicela).

En esta época vivimos en una extraña confusión, donde cada nuevo descubrimiento en neurociencia, en física, en astrofísica…o en cualquier disciplina científica, va acompañado con un florecimiento de nuevas supercherías, son los vendedores de crecepelo postmodernos, que desde los nuevos ciberpúlpitos globalizados van obnubilando y convenciendo a mas cantidad de gente, hasta tal punto que acaban tendiendo sus engañosos tentáculos a instituciones como Hospitales y Universidades.

En una sociedad que nos sorprende constantemente con estudios extrañísimos sobre qué velocidad puede desarrollar un cangrejo zapateando por bulerías o similares, hay millones de personas dispuestas a creer en las cosas más peregrinas, sin un solo estudio serio y contrastado que lo avale.

Desde el homo sapiens, hemos evolucionado al homo ansiosus, no queremos ser feos, ni tontos, ni envejecer ni, por supuesto, morir. Y una vez que no tenemos más remedio que aceptar nuestra desaparición, nos agarramos irracionalmente a cualquier clavo ardiendo que nos cuente que todo no acaba con lo material, que no somos solo un saco de partículas con una configuración determinada, como cualquier otro ser vivo o inerte.

Estamos tan asustados, tan angustiados que nos inventamos dioses, y en un alarde sin igual de soberbia, nos decimos que los astros tienen una disposición determinada solo para la mejor interpretación de nuestras perspectivas de futuro. El equilibrio del universo puesto al servicio de nuestros caprichos o anhelos.

Miramos nuestras manos, no como maravillosos mecanismos, sino como pergaminos agoreros que nos cuentan donde estará el amor o la fortuna, y ni el humilde té de la merienda se libra de nuestro escrutinio para conjurar la angustia.

Cada vez más perdidos, dándole la espalda a lo único que nos hace realmente especiales, distintos. La duda.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS