MIS QUERIDOS CAMARONES


Justin Bieber ha venido a España y parece ser que es el acabose, la releche, la encarnación de los dioses olímpicos, la dirección de los deseos de esa generación está marcada por las puntas de su antiestético flequillo. Miles de miles de mozuelos y mozuelas pegando gritos incoherentes entre llantos histéricos.

En los distritos universitarios se convocan fiestas de la primavera, y van otros pocos de miles, se echan unas risas, beben, echan un buen rato, se convocan botellones por el face o el tuenti, y lo mismo (algunos tienen comas etílicos, otros pocos la lían y el suelo se queda alfombrado de mierda….en fin).

Estas criaturitas, que de criaturitas ya van teniendo poco, son nuestro futuro (como colectivo, que el que mas y el que menos ya se ha planificado las cosas por su lado) y peor todavía, son su propio futuro.

Están “apollardaos”, las grandes corrientes macroeconómicas han hipotecado sus posibilidades y sus perspectivas, y no se movilizan en masa, los califican de ni-ni (cosa que me niego a creer, que haberlos, haylos, pero no son el grueso de los jóvenes) y no les da ni frio ni calor.

¿Tan torpes son que no espabilan? ¿Tan torpes somos los que los hemos criado? ¿A qué mierda estamos jugando?

Estoy harta, harta y reharta de padres imbéciles que piensan que todo lo que formó parte de su educación es desechable, que consienten que le falten el respeto a los mayores y que intentan razonar con “niños” que, en realidad, lo que están pidiendo a voces es que les marquen limites y tengan claro su lugar en el esquema (en el familiar, en el social).

Tenemos entre manos la generación más académicamente preparada, con más medios, con el añadido que supone las ganas de descubrir el mundo, de hacer algo. Esos “niñat@s”, que quieren hacer algo mejor con lo que tienen, que tienen ideas, inquietudes….y que se encuentran con una generación de adultos viendo los eternos debates políticos en los canales de la TDT, o peor, no se los encuentran en ningún sitio “porque yo tengo mi propia vida y tú tienes que respetar mis espacios”.

Que si, que vale, pero es que el barco se hunde, no hay balsas para nadie, y ellos son nuestra responsabilidad, es@s niñat@s que no saben ni donde tienen la cara, son nuestros hijos, y lo que sepan, o no, es nuestra responsabilidad.

Estoy harta, harta y reharta de niños estúpidos que se creen en posesión de la verdad y que intentan explicarnos los mecanismos de la vida (a la que apenas han saboreado) desechando la experiencia acumulada y el amor incondicional como artículos obsoletos e inútiles. Niñ@s que se creen que la edad es un cheque en blanco y una garantía de infalibilidad, mirando con desprecio a cualquiera mayor de veinticinco, por antiguo y por desfasado.

A ver, intentemos un experimento sociológico, pongámonos todos en modo “trabajo en equipo” y comprobemos si el sistema está preparado para tanta presión. Seguro que el resultado es sorprendente.

¡Ay! Se me olvidaba que vivo en la era de los anestesiados, de los alineados, de gentes ocupadas en otras cosas, importantisisismas.

No se adonde, supongo que a donde yo no quería ir, pero se nos acabará llevando la corriente.

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