CALOR DE HOGAR

Las placas solares, son un gran invento. Los hogares gélidos, una gran desgracia.
Los climatizadores, las estufas. Esas mesas camilla con el brasero……uuuuuuuuuuh que no te quieres levantar aunque te aburra el monopoly o tengas un pipi loco. Toda la vida. Toda, todita toda, te has quitado el frio con los jersey.
Y un día, ese día….llega un día (o no) que tienes una chimenea en el salón,   una de las grandes, cosas de la vida, esa vida, que te quita y te pone lo que le va pareciendo.

YUJUUUUUUUUUUJUUUUUÚ fuego, el fuego primigenio de los ancestros, y te apañas con los troncos, y aprendes a disponerlos, y lo disfrutas………..y la vida cambia, las llamas bailan, la casa pierde el frio. Haces castañas asadas, chorizos, carne pan,....... todo a la leña, riquisimo, no hay ingrediente mejor que buen fuego y buen compañia.

Y se te olvida. Se te olvida todo. La disposicion de los troncos. Donde coño arrumbaste la trébede. Y la chimenea se convirte en una cosa huera e inutil.Un artefacto vacio en mitad de la estanteria.

No has olvidado a las compañias, pero no los requieres, no los llamas, no te atreves, ha pasado tanto tiempo. Igual no es el momento, igual los incomodas.....vete tu a saber.

Y ya no sabes cómo encender el fuego. A pesar de los troncos de olivo, del hogar dispuesto y de la gente expectante…… no prende, el fuego no sube, la leña no arde.

Y se buscan momentos de felicidad en los ecos remotos, esquivos, distantes. Se ruega a los Lares para que el dios fuego se presente. Se hace memoria, recuperar el tiempo perdido cuando el calor tenia significado. Amigos. Sueños. Castañas. Futuro.

Y los leños deciden arder, cuando las personas deciden dormir. Pero la leña ardiendo no solo da calor en grados, los troncos arden rápido, la noche transita despacio, los satélites parecen que no se mueven y el frio de las estrellas es inamovible, prístino e inalcanzable.

Las criaturas humanas se calientan en el fuego mirando las frías estrellas. Y recordamos el calor de los amigos. Lo recordamos, porque lo tenemos.

Y sigue la vida.

Inasequibles al desaliento, como la  pequeña cerillera, frotamos dos palitos para calentarnos.

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