CRÓNICAS UNIVERSITARIAS. CAPÍTULO X. ZEÑO, NO MANTERAO DE NÁ


Era impensable que todas las materias con las que me iba a encontrar pudieran ser de mi agrado, también era poco probable que todos los profesores fueran entusiastas seguidores de la transmisión de conocimientos.

Pero es que hay que tener un hado especialmente nefasto o una conjunción de astros poco propicia para que una asignatura ladrillo, infumable y soporífera la tenga adjudicada la docente con la forma de expresión más retorcida y bizantina de todo el claustro. 

O no, que igual es que estos lotes vienen en  pack. Universitary Full Equipe. 

Sin dudar ni un ápice de sus cualidades como dogmática o metafísica doctrinal, no me queda mas remedio que apostillar, que convertir unos apuntes en un marasmo farragoso de conceptos expresados de la forma mas sibilina y oscurantista posible, no la hace mas brillante ni mas versada, solo nos impide enterarnos de cualquiera de los conceptos que intenta explicar. 

Alguien debería tener la bondad de comentarle a esta señora, que es inútil que intente deslumbrarnos con su catálogo de letrada verborrea, en interminables apuntes que contamos, no ya por temas, sino por kilos. 

Infórmenle, por favor, que su misión en este contexto es que nos enteremos, no de cómo domina los retruécanos filosóficos y semánticos de la materia, sino de qué demonios está intentando hablarnos. 

Verbigracia, un poné, si yo cito, como pista “no puede sanarse por confirmación, porque no está en el comercio de los hombres, ni en la esfera de la autonomía de la voluntad”, o “interioridad del evento productor del daño” ¿Qué es lo primero que se os viene a la cabeza que estoy estudiando? Parapsicología, claro, o Medicina alternativa, ¿Metafísica cuántica? 

Pos mira tú que no, que lo que me trae de cabeza es el Derecho Público. Que tampoco tengo muy claro cuanta utilidad tiene en esta carrera, pero bueno, está en el programa, así que al tajo, a por él. 

Pero no se puede “explicar” estas cositas de esta manera, salvo que la intención última, sea desalentar al alumnado, que es la única explicación lógica a tamaño despropósito. 

Es el único caso conocido de la historia universitaria, desde la fundación de la de Palencia, que, en vez de recurrir a los apuntes para entender el sentido de la ley, hay que recurrir directamente a la ley para entender que quieren decir los apuntes.

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