PAVOS LOBOTOMIZADOS


Realmente no sé que es mejor o peor, pero desde luego existe un abismo entre los cuentos de antes y los de ahora.

Empezando por el soporte, que no es lo mismo meterte debajo de las mantas con tu libro y una linterna, que acoplarte en un sillón del cineplexmultisalasonidoenvolvente3d, o acomodarte en casa con tu tazón de cereales, mientras miras la tele.

En los cuentos de ahora nunca pasa nada, son aburridos y empachosos, eso para los niños que leen, a los hijos de la tele, les alimentan el cerebro con tonos pastel e historias insulsas, con la pretensión de ser educativas.

Los cuentos clásicos, han sido estudiados y analizados por la gente que entienden de estas cosas. Eran como simuladores, hacían participe al niño de situaciones límites, lo enfrentaban con la crudeza de la realidad, lo llevaban a países imaginarios y los dotaban de mecanismos mágicos o de ayudas extraordinarias para hacerles saber que era posible enfrentarse a los problemas por muy duros que fueran. Incluso le enseñaban, que a veces la fatalidad es irremediable. O sea, que puestos a ser educativos, igual son más educativas las versiones originales.

Por ejemplo: La sirenita; en la versión original, la sirenita sufre lo indecible por amor, cada paso era como una cuchilla que se le clavaba y le abría la planta del pie, y aunque la chica lo había apostado todo, y era monísima, se vio abocada a la desaparición, porque el príncipe acabo casándose con alguien más acorde a su rango social. En la versión más extendida en la actualidad (¡Cuánto daño ha hecho la factoría Disney!)La sirenita salta, baila y acaba con el príncipe a ritmo de Calipso.

Nuestra Señora de Paris, actualmente rebautizada como El Jorobado de Notre Dame, tres cuartos de lo mismo; en la versión original, la imagen final es de un vertedero donde reposa el esqueleto deforme de Quasimodo, abrazado a otro más frágil, como corresponde a una joven danzarina, supongo que todos os acordáis del final de la peliculita.

Hay algunos, que ni siquiera se han atrevido a revisar, como Barbazul o La Cerillera, nadie es lo bastante retorcido para versionar estas historias de una forma políticamente correcta, adaptarla para los niños criados con los Lunnis, los Teletubbies, o Pocoyó es impensable. Tampoco les ha explicado nadie a estos niños, que Sherezade contaba cuentos compulsivamente, porque le iba la vida en ello.

¿Y las brujas? Las de antes eran unas ancianas siniestras, que preferían a los chiquillos con su capita de grasa para churruscarlos al horno, cual cochinillo de Cándido, el paradigma actual es La Bruja Aburrida, que viene a ser como esa tía de mal carácter, que no tiene niños, pero que en fondo posee un gran corazón, incapaz de matar una mosca.

No queremos hablarles del frio, del desamparo, de la muerte y de la maldad, queremos que sobrevivan en un entorno sin estridencias, hablarles de un mundo irreal, armónico y dulce, que la mayoría de las veces no existe siquiera dentro de los muros de sus casas, mucho menos una vez que pisan fuera del umbral de la puerta, o asoma a sus pantallas un noticiero.

Es posible que esa sea una de las claves del éxito de Harry Potter, como en los cuentos clásicos, Harry es huérfano, le han asesinado a sus padres, sus tíos lo odian, y está constantemente en peligro de muerte, cuenta con ayuda de la Magia (de la de toda la vida), y aunque al final sale victorioso, ha sufrido pérdidas y mucho dolor por el camino. Cumple muchas de las pautas de los cuentos de siempre, a los niños les gusta, incluso no les importa leerlos, aunque saben que después tienen la película.

Los cuentos actuales no son más que una ración de bromuro mental, no pasa nada, no hay riesgo, ni aventura, heroísmo, leyenda, fantasía, imaginación.…..Quítale todo eso a un niño ¿Qué te queda? Pues eso.

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