CRÓNICAS UNIVERSITARIAS. CAPÍTULO VII. CONTRA VIENTO Y MAREA



Aquí estamos, sobrepasando el ecuador de los exámenes, ya he hecho tres, me quedan otros dos y………Bueno, uno está aprobado, los demás, ya veremos.

Cuando debes prestar tu atención a una cosa y concentrarte. El universo se conjura a tus espaldas y se dedica a meterte palitos en las ruedas. Si además tienes la costumbre de seguir mirando alrededor, pues la cosa es eso, que te dispersas mas de lo estrictamente necesario.

Por ejemplo, los primeros días me resultaron bastante penosos, no solo porque oyera dentro de mi cerebro como el oxidado engranaje de mis neuronas de la memoria, chirriaba y bufaba intentado funcionar después de treinta años, sino porque he tenido un bonito e inoportuno orzuelo (cosa que no me había pasado jamás) que me impedía fijar la vista debidamente, con el resultado de un dolor de cabeza persistente e incordiante.

A esto podemos añadirle un apagón en toda mi zona la tarde antes del primer examen, que nos tuvo en la inopia desde las 5 hasta las 11 de la noche, o sea, que con orzuelo incluido hice el intento de estudiar con una linternilla frontal.

Eso si que es una misión imposible y no las chorradas del Cruise.

Una vez llegado el día del examen, todo ha sido como una montaña rusa de sensaciones, ha habido momentos de autentico terror, en la vida pensé que iba a comprobar empíricamente, de golpe; el significado desolador de la vieja máxima “solo sé que no sé nada”.

Me he decidido por estudiar en la biblioteca de la Facultad, allí me cunde mucho más, pero claro, para eso tengo que llegar hasta allí, y ¿Qué ha sido lo único caliente en medio de esta ola de frio siberiano? El motor de mi coche off course. Es comprensible, si el pobre fuera una personita, ya estaría en edad penal, así que nada, un par de temitas han caído en el arcén de la autovía mientras llegaba el señor de la grúa, profesional donde los haya, arrastró mi pobrecito cafetera sin quitarle el freno de mano, por lo tanto ahora tengo el coche que se calienta y sin pastillas de freno.

La facultad me sigue quedando a veintitantos kilómetros.¿Alguien quiere regalarme una Citröen Nemo por favor?

Hay materias ingratas, monótonas y poco atractivas, que suelen ser las que tienes que estudiar a güevo, o sea a golpe de memoria pura y dura, esas, las he contestado en balleno. Porque después de repetir chorrocientas veces los conceptos, susurrando, siguiendo el ritmo con el boli, con los pies…….en plan mantra total, cuando me he sentado y me han dado el examen, por mi cerebro pasaba, parsimoniosa, una bola de esas que dan saltitos por el desierto.

La fauna bibliotequil es bastante amena, a saber: los que llegan y en vez de ponerse a estudiar sacan algún dispositivo para chatear, ver el tuenti y cualquier tontería más que no tenga nada que ver con las materias. La criatura con cara de agotamiento que da una cabezadita sobre los libros. Las niñas; que si tienen frio no sé que hacen con esos pantalones tan chicos, y si tienen calor ¿Para que se colocan esos foulares tan gordos? (esto es producto, seguramente, de que estoy mayor y no he tenido nunca sentido de la moda). Los niños, que no acaban de pillar el concepto “hablar bajito”, de todas formas es cierto que la mayoría ni lo intenta, pero si me han ofrecido una bonita gama de ropa interior de chico (cosa que por otra parte ni falta que me hacía).

De vez en cuando, descansito, así que podemos optar: a) me voy a cafetería a tomarme un super colacao hirviendo, lo que no tiene mas historia que levantarme e ir, o b) me coloco el atrezzo de capitán Scott y salgo a la terraza a fumar, cosa que ya es mas laboriosa y mas coñazo, pero vamos, alguno que otro ha caído.

En fin, que pasando del más absoluto nerviosismo, al terror, al alivio, incluso a la relajación, lo de los exámenes tiene su gracia, de verdad.

Aunque yo tampoco se la había visto hasta ahora.

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