DIOGENES, LA GRANDEZA, LOS HIJOS, LOS TROFEOS


Diógenes era un tipo muy revolcado en filosofía, es injusto que se lo asocie al síndrome de acumular basuras.

Vivía en un barril por elección, por desafío, por reventar el status quo. Era un muchacho más inclinado a lo del flower power.

Diógenes, le pidió a Alejandro Magno, el poderoso, el invencible guerrero, el ínclito, el favorito de los dioses, que no le jodiera tapándole el sol.

Pobrecito él. El, los buscaba. Yo, lo he parido.

¡Qué suerte! ¡Qué bendición!!Que grande es mi hijo!

Ni sistemas educativos, ni lo que te enseñan en casa, ni lo que estudias, ni lo que lees, ni lo que ves.

Por mucho que yo me haya esforzado, por lo que hemos hablado, por todo lo que ha ya intentado transmitirle. Como que no.

Bagajes solo suyos, con lo que transita desde antes de pensar en su nacimiento, cosas que le vienen de serie, de una conjunción genética afortunada. Lo mejor de cada casa, como se suele decir.

Humanidad, generosidad, grandeza.

Diógenes, en mitad del luminoso día griego, en el ágora, buscaba un hombre, afanado, con su farol encendido.

Yo, inconsciente, apresurada, lo he parido.

Que los dioses, en su divina misericordia lo acompañen y lo protejan.

¡Hemos parido tan pocos hombres!

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