Bueno, con el pequeño detalle de los exámenes, pero eso no es más
que un mesecillo de tortura estudiando a cañón y divagando como una puta cabra
(gracias Sonia, pero que sepas que lo tuyo es cooperación necesaria).
Como no podía ser de otra manera, toca balance, además toca
porque tengo el blog “dejaíto de la mano de Dios” ¡Si hasta me he tenido que
parar a pensar en las contraseñas!
Ya sé lo que quiero ser de mayor, ya sé donde quiero
implicarme (no sé hasta donde) y ya se por donde enfocar muchos temas. Bien.
Me reservo el derecho de fascinarme con otra asignatura para
el curso que viene, pero el listón esta alto de cohones.
He sido una buena chica, me he aplicado, he estudiado mucho
y he aprendido mucho.
Con la pequeña salvedad de que he aprendido cosas que no
entraban en el examen, algunas incluso que ni estaban en el programa, ni tienen
que ver con el grado.
He lamentado no saber mas de psicología, de arquitectura, de
matemáticas, de idiomas…..
He descubierto que la gente que sabe mucho de algunas cosas,
no entienden que no les sirve sin conocimientos de otras (y no se dan cuenta,
que es lo peor).
He recuperado sensaciones y gustos que pensaba que ya habían
pasado a mejor vida por obra y gracia del reciclaje emocional.
He descubierto continentes y explorado planetas, he incluido
en mi vida a personitas a las que adoro.
Llevo muuuuuuucho tiempo comiendo en plan cuartelero, y me
importa un carajo.
Mi querida amnesia ha llegado a cimas inimaginables (lo
siento Lore, tó se pega menos la hermosura)
He adoptado los juegos en red como sustitutivo de “un
descansito”.
Han empezado a divertirme cosas, que ya ni recordaba que
eran divertidas.
He descubierto que estoy tonta, tonta, tonta der tó, para según
qué.
Me han calificado de niñata (Señora niñata para los amigos,
es lo que tiene la red, que la gente se cree que te conoce)
He discutido, he peleado, he negociado, me he preocupado, y
despreocupado cuando ha tocado, he razonado, he argumentado y defendido lo que
me ha parecido correcto.
He sido partícipe de unos pocos de inicios, a ver por donde
trayectorean.
Y sobre todo, me he reído mucho, mucho, mucho, (a ver quien
no se ríe compartiendo mesa con Lari y Lucre o aula con mi Carmela, vis a vis,
anda queeeeee) hasta el punto de empañar las gafas y empezar a dolerme los
costados.
Y después de acumular todas estas experiencias, he llegado a
una sabia y sesuda conclusión inapelable.
Reírte mientras comes, no es bueno para la digestión.
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