No es que tenga ganas de ponerme sensiblera o que no esté
contenta, que lo estoy, Marypá
Es que es una sensación muy rara.
También sé que estoy muy repetidita con la foto, pero me
parece muy evocadora y simbólica, ahí,
navegando, llegando a la isla de Alborán al amanecer, en una edad que ni
es un crío, ni un hombre, ni na que sepamos, pero enfrentándose al mar con los ojos bien abiertos
a amanecer.
Mi hijo se ha ido de casa, así, sin anestesia ni ná.
Me alegro mucho que haya tomado esa decisión, para eso lo he
educado, para que no tenga miedo ni a volar ni a estrellarse, que coja pista y
despegue.
Y si se la pega, que no se agobie, ya sabe cómo va eso,
tranquilidad y a pedir pista de nuevo.
Soy consciente de que muchas madres se pueden escandalizar con
tanta tontería.
Eso es lo que tiene que hacer, obviamente., a ver si no para
que tanto curro con la crianza, la educación, los estudios y los valores de marras.
Lógico, puede que estén hartas de tener a sus hijos debajo
de las alas hasta los trescientos años, que eso tampoco es nada bueno, pero tal
como están las cosas, las circunstancias, las educaciones que damos, el mercado
de trabajo, el carácter de cada cual y todas las demás variables dependientes o
independientes, con un hijo te puede pasar cualquier cosa.
El mío se ha ido. Y es como si la tapa de un libro muy gordo
se hubiera cerrado de golpe con su nubecilla polvorienta correspondiente.
A ver, que tampoco es cuestión de dramatizar, ni es
irreversible (no con las circunstancias económicas y sociales que nos rodean),
ni definitivo (o si).
Pero es que se ha ido y eso es uno de esos puntos de no retorno
de la vida de cualquiera. No para él,
para mí.
Sabiendo y esperando que esto pasaría cualquier día, hace
tiempo que he dado un golpe de timón a mi vida y a mis intereses, pero claro, a mi parte “madre” no hay cambio de rumbo que
me la meta en vereda, y esa se ha quedado ralladita hasta los tuétanos. Y no tengo muy claro cómo gestionarla a estas
alturas del partido.
Porque sinceramente, para que nos vamos a engañar, que se
vaya, que se venga, que se independice, se cambie de sexo, se case, se haga
misionero o astronauta, incluso aunque cambie de país, de cultura y de religión y
hablemos circunstancialmente por Skype.
Desde antes de nacer, desde siempre, es el amor de mi vida.