SOBRE LAS CLASES MEDIAS Y DE COMO NO SE PUEDE LIGAR LA SALSA SIN MAICENA


Hace poco me he apuntado en un gimnasio para mejorar mi tono muscular que buena falta me hace.

Al optar por la natación, con sus gafas, sus tapones para los oídos y otros accesorios, en realidad estoy sometida a un aislamiento sensorial durante una horita más o menos en la que solo siento agua, oigo agua y respiro agua (casi). Y eso mola mucho para pensar.

Conste que la reflexión que os expongo, igual no es más que el producto de la interacción del cloro con las conexiones neuronales, pero en fin, es lo que hay.

Cuando hablamos o pensamos en la sociedad en general, a nivel abstracto, lo captamos como algo más o menos homogéneo donde nos movemos todos, sin embargo, nuestra realidad diaria es que esto va más como lo de los multiversos, mundos paralelos que se mueven cada uno a lo suyo  y con sus propias reglas.

Grosso modo, siempre se ha dividido la sociedad en tres grandes capas o estratos, a saber clase alta media y baja, como orden natural de las cosas, y cada clase se define por unas características que aproximadamente cumplen todos sus individuos, sobre todo nivel económico y académico.

Dentro de estas tres categorías es la clase alta (como no podía ser de otra manera) la que dicta las normas, las leyes  y le da una directriz más o menos continua en el aspecto legal, económico  y social al resto del personal con vistas al mantenimiento de su privilegiado estatus. 

Como las normas, se hacen para los demás, ellos se las saltan, o mejor dicho, no están hechas para gente con un nivel de riqueza y de poder por encima de la media, sino para que ese nivel sea sostenible, es anomia por prepotencia.

Las capas más bajas no están para que le canten milongas o normas que impiden la supervivencia en sus formas más básicas como comer, vestirse, o poner un techo sobre su cabeza y las de los suyos, no les valen. Es anomia por supervivencia.

Y por fin llegamos a la clase media, media-alta, media baja, media-media, o lo que sea. Son las gentes de orden (o no, pero en general sí), que pueden ser medias de toda la vida, o producto de la evolución de baja parriba e incluso algún ángel caído de la alta pabajo. A estos lo de la anomia los destruye.

Suelen ser los que pagan impuestos, se preocupan por la educación, los propietarios de las PYMES, los maestros, los médicos y esa gente que a nivel bíblico podríamos definir como la sal de la tierra y a nivel culinario como la cucharadita de maicena que liga la salsa.

En los últimos lustros, supongo que producto de un capitalismo-liberalismo salvaje, todo esto se ha convertido en un despropósito.

Acatar normas, tener constancia, ser honrado y cumplidor se ha convertido en una broma de mal gusto, es ser un panoli, un pringao o como leches se denomine en la actualidad.

Y así nos va, le hemos dado una extraña vuelta de tuerca a las leyes de Tarde,  todos han empezado a copiar los usos de los otros, sobre todo los de clase alta que se han convertidos en rateros y quinquis de la forma más burda y abusiva imaginable, de tal forma que han matado la gallina de los huevos de oro por sobrexplotación, haciendo que la maquinaria social se vaya a la mierda por falta de mantenimiento.

Con la desventaja de que como nadie se ha dedicado a mantener el motor en marcha que viene siendo lo de trabajar, pagar impuestos y ser personas decentes, y no me estoy refiriendo a decencia moral-religiosa (allá cada uno con su escote), sino a decencia-social, esto tiene pinta de acabar en tragedia griega.

Básicamente porque por mucho que te lo curres no llegas a final de mes ni aunque te pongas de rodillas y cantes una saeta, porque por mucho que te esmeres en que tus hijos sean gente honrada, tampoco tienes modelos que ponerles si sales de la propia familia, y eso igual no es ni buena idea, porque media familia, o más, estará en paro y/o con la casa embargada. Tampoco hay mucho argumento para animarlos a que se formen con vistas a prosperar porque en esta puta sociedad, ya estamos viendo en los telediarios quienes han prosperado y a costa de que.

Si vas a acabar de camarera de planta en Múnich, tanto te da tener un master en sociología aplicada como no haber terminado la ESO. Crisis de valores como consecuencia de crisis económica, igual a crisis social.

En mis tiempos te animaban a estudiar y a trabajar duro para ser “una persona de provecho” y prosperar.

Ahora, vemos que todos los que han prosperado es porque se han aprovechado de esas personas, hasta tal punto que no merece la pena insistir en hacer las cosas bien si de todas formas no tienes opciones de futuro o de prosperidad.

En consecuencia, la clase media se desestructura, se desmiembra y desaparece, por lo que la alta no tiene donde apoyarse y la baja no tiene a que aspirar.

Aja, buen plan.

Se puede saber ¿Quien ha sido el lumbrera hijo de puta que nos ha llevado a este suicidio/homicidio/genocidio colectivo?

Era para invitarlo a algo, por espabilao.

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