Hace mucho tiempo que le admitía a mi hijo esa frase.
Más tarde, cuando ya rondaba los ocho o nueve añitos, empecé a enseñarle que eso no es una bula papal, intenté transmitirle que aunque pedir disculpas es obligatorio siempre que se mete la pata, no exime de la responsabilidad del daño causado.
Por ejemplo: _! Quiero una tortuga! –Vale, apruebas y vamos a por la tortuga. Pero, va a ser tu responsabilidad, es tu tortuga, tú te ocupas de su comida, de su limpieza y de su bienestar ¿Vale?
Y claro, ¿Qué va a contestar un muchachuelo irresponsable con ganas de tener una tortuga?
Hubo aprobado, hubo tortuga y hubo una letanía insistente durante días como banda sonora del hogar- ¿Le has puesto de comer a la tortuga? –Ahora voy -¿Has lavado la tortuguera? Ahora voy, hasta que el desgraciado quelonio murió de dejadez.
Puede que en su momento la cosa fuese demasiado dura para un niño de primaria, desde luego para la tortuga fue durísima, pero es muy importante enseñarle al personal a responsabilizarse de sus actos, de sus errores y de sus omisiones.
Todavía hoy se lo recuerdo en algunas ocasiones, y cuando protesta de que eso paso hace un millón de años, le comento que la tortuga sigue muerta.
Y todo esto ¿a qué viene? Pues viene a lo de Sortu, ¡qué bonito!, estos perros cambian mas de collar que yo de foto en el facebook.
Por si no se me entendió bien la última vez que toqué este tema, repito:
El que mata es un hijo de puta, un asesino. El que pone el cañón de un arma en la nuca de otra persona y dispara, es un hijo de puta, un asesino.
El que facilita los datos de donde y cuando se puede encontrar a esa persona, es un hijo de puta y un asesino.
El que monta la logística para que esos puedan llevar a cabo semejante acto, es un hijo de puta y un asesino.
El que recauda los fondos para esa logística, es un hijo de puta y un asesino.
Los que amparan, admiten y otorgan, aprovechándose de la ventaja que da la sangre en los platillos de la balanza política, son una panda de hijos de putas y asesinos.
Cualquier acto político, social o económico que rentabilice el asesinato de una persona, es digno solo de hijos de putas y asesinos.
Y ahora nos ponemos con lo de rechazo pero no condeno, pero me la cojo con un papelillo de fumar y acérqueme usted al chiquillo que me lo puso muy lejos, total por matar a un par de gentes, que es lo que tiene la lucha mireusté, que de vez en cuando no hay más remedio que dejar los sesos de alguien esparcidos por entre las páginas de los estatutos, oiga.
Pues no, si querías jugar a los políticos, no haber pedido el disfraz de sicario, y si estas en la divertida pandilla de te extorsiono y te mato, que yo estoy mú loco, pues no puedes hacer política.
No hay coartada valida, ni lucha, ni ideología que justifique matar a alguien.
Por una ideología, por una idea, se puede morir, pero nunca matar.
Pero estamos en la época de los templaditos, de la corrección política, la época en la que todos los emperadores van en porretas y aquí todos calladitos como putas, no vaya a ser que quedemos mal, así que si estos señores quieren venir al parlamento con nosotros, pues los dejamos, como muestra de nuestra bonhomía y tolerancia, y hala muertecitos al nicho y angelitos al cielo. Juguemos al no ha pasado nada.
Pasa Patxi, que ahora mismo quito esta manchita de sangre de la moqueta y le digo a aquella señora que a llorar, a casa.
Pues a mí no me vale, no juego. Este extraño y leve cambio de rumbo no hace que se borre el dolor, ni que los muertos se levanten de sus tumbas y vuelvan a su trabajo y a los cumpleaños de sus hijos.
No me vale que te hayas hecho una corbata con el disfraz ese extraño de nazareno con chapela de los comunicados de ETA, ni que tengas ínfulas de demócrata de toda la vida. No intentes convencerme que no has celebrado ningún asesinato que cuadraba con tus intenciones. Que no sabias quienes eran las bestias negras, ni quien sus víctimas.
No me digas que no te sonaba raro, que en tu pueblo la policía fuera con pasamontañas y los delincuentes haciendo mítines a cara descubierta.
¡Ah! y so pedazo de hijo de puta, ni se te ocurra decirme que todo ese reguero de muerte ha sido sin querer.