Nunca he pretendido ser la perfecta ama de casa, ni que todo
estuviera impecable, o en perfecto estado de revista.
Pero que mi casa sea un lugar habitable y confortable es
algo que me parece primordial para los que la habitamos. Puede que a alguien le
parezca algo secundario, sin embargo a mí me parece un factor decisivo en la
tranquilidad, el bienestar, el equilibrio y si me aprietas mucho, creo que también
es un añadido importante para la felicidad.
Después de muchos años currándomelo como una mona, ha pasado
el tiempo y ya no hay peques que necesiten de mi atención, la unidad familiar
solo tiene adultos. Es el momento de poder intentar algo que me aporte satisfacción
personal.
Hasta no hace mucho he
ocupado casi todo mi tiempo en que las pequeñas necesidades de los míos estén
cubiertas, desde la base hasta la cúspide de la traída y llevada pirámide de Maslow.
Y ahora, una vez que me paso prácticamente todo el día fuera, lo único que
pretendía (ilusa de mi) es que cada uno se ocupe de sus cosas y entre todos de
las de casa.
Pues no, mira tú que ahí las dao.
Por aquí todo el mundo está cansado, lesionado, ocupado, sin
tiempo….todos menos yo por lo visto, que al parecer nunca me canso, ni me duele
nada, ni necesito tiempo libre. Ajá perfect.
Nadie se ocupa de nada, nadie limpia baños, ni cambia camas,
ni limpia cocina, ni polvo, ni ná de ná de ná.
Mi tiempo libre es una guerra sin cuartel contra el caos y
la suciedad, seguramente porque mis muchachos piensan que es lo que realmente
me gusta o peor aún que es lo que me merezco, vivir en una pocilga desordenada
en la que a nadie le importa nada. O igual les parece un esfuerzo imposible
(aunque creo que no opinan eso cuando el esfuerzo lo hago yo)
Y tampoco estoy pidiendo la luna, solo pido RECIPROCIDAD.
Me he partido la cornamenta durante años para que vuestra vida
sea más fácil, más amable, más fluida, para que nuestra casa sea un lugar donde
refugiarse y descansar. Y que lo sea PARA TODOS.
Ahora la pelota de la responsabilidad doméstica pasa del
tejado del padre al tejado del hijo, ocupadísimos ellos en cosas importantes y
primordiales para el futuro de la humanidad. Y mi tiempo (libre o no libre, que eso les
viene importando una mierda) es para mantener a raya la debacle en la que se ha
convertido esta casa.
Y ¿Por qué? Pues no lo sé, no tengo ni idea en que manual
masculino viene que las obligaciones domesticas van de serie con la vagina.
Sinceramente, esperaba más de vosotros, que pena tú.