SOBRE EL MIEDO, LA FE, LAS TRADICIONES Y EL CERCO DEL ENEMIGO


Lo he comentado mas de una vez  por estas fechas, y esta primavera no iba a ser menos, me gusta la Semana Santa.

Este año, como estaba en una ciudad bastante menos turística y más tranquila que la mía, he podido disfrutar de nuevo de los pasos los desfiles y las pequeñas iglesias de clausura, y además he podido hablar con cofrades de solera, creyentes y ateos varios que coincidían en señalar todos el mismo fenómeno.

La gente ha vuelto a rezar.

No los habituales de toda la vida que siguen los ritos y las tradiciones impuestos por el calendario religioso.

Muchos más, hasta hace poco ajenos a las cuestiones de fe, se acercan a las vigilias, se postran y rezan.

Algunos lo celebran como una vuelta a la espiritualidad perdida. Otros lo comentan como un fenómeno sociológico. Como una reafirmación de la propia tradición cultural.

Las calles están más ambientadas y la gente se acerca a las casas de las cofradías en más número que años anteriores, y aúpan a los niños para que vean bien a los titulares, pero eso no aumenta el ruido, todos mantienen un tono de voz sosegado.

Después se acercan a las iglesias, y rezan. En algunas caras se observa una especie de mutismo desesperado, en otras un ensimismado agotamiento.

En mitad de la animada conversación sobre esta curiosidad del aumento de orantes, me piden mi opinión y solo puedo comentar lo que he visto.

Con fe o sin ella, cuando estas sitiado por el enemigo, con las murallas a punto de caer y cuajada de puntos débiles, sin esperanza y sin posibilidad de lucha, lo que se ha hecho siempre ha sido eso, rezar.

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