TRIBULACIONES DE UNA DOMADORA AUTODIDACTA


Ya lo decía Neith, somos la generación a la que la revolución tecnológica nos ha pillado en el peor momento.


Nuestros padres pueden prescindir de todas estas milongas de los ordenadores, de las redes sociales y de lo que les dé la gana.

Nuestros hijos han nacido tecleando, y desde que tienen uso de razón han tenido un ordenador a mano, para ellos forman parte de los electrodomésticos, como la televisión o el horno.

Y nosotros, como siempre, en medio.

Somos demasiado jóvenes para prescindir de la revolución tecnológica, darle la espalda a estas herramientas, en muchos casos, es un suicidio social, e incluso intelectual, la red es una ventana maravillosa de información y de conexión. Ya no tienes que esperar a que alguien esté en casa o pueda coger el teléfono, le dejas un mensaje y ya leerás la respuesta cuando puedas. Es sencillamente genial.

Pero nadie nos ha enseñado a manejar este cotarro, vamos a cabezazos, dando palos de ciego. Vemos como los jóvenes manejan el teclado por intuición y sin complejos, pero, yo por lo menos, siempre tengo la impresión de que cualquier error puede desencadenar la tercera guerra mundial, o en el mejor de los casos, dejar a mi ordenador tan muerto como Napoleón.

Mi ordenador, que ejerce el libre albedrio con soltura, de vez en cuando se pone cabezón, y de pronto no me deja hacer cosas, que cinco minutos antes creía que dominaba. Se encabrita, y de golpe me da un pantallazo azul cobalto, con un chorreo de datos que no podría descifrar ni el mismísimo Champollion. Además, no se da por enterado de que dispongo de un tiempo limitado para usarlo, y se pone a desvariar racaneándose como un niño malcriado y fastidioso.

Siempre ando a la gresca con las tildes, el Word me corrige las que le parece, otras no.

Hay sitios, a los que algunas veces entro directamente, y otras empieza a pedirme contraseñas (que normalmente no recuerdo porque nunca las pide) y palabras de paso interminables, cuando creo que ya esta, me pone una palabra psicodélica en ingles, para que se la copie en un recuadrito. Lo dicho, un caprichoso coñazo.

Publico cosas en el Facebook, que después no aparecen en mi perfil, intento eliminar otras, y no me deja. Desesperante.

A veces decido que paso, ya esta, se acabó. Ni Blog, ni facebook ni google ni ná de ná. Me cabreo, me hiperventilo y me da una taquicardia. A la mierda la maquinita.

Pero no, acabo volviendo a sentarme frente a la pantalla y dejándome llevar por el placer de teclear mientras pienso ingenuamente que algún día llegare a dominarlo.

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