¿Qué criterios estamos aplicando a la hora de ayudar? ¿Quién ha diseñado los planes de emergencia? Se lanzan miles de maydays simultáneamente, pero parece que los encargados del salvamento son un puñado de orates borrachos como patos.
En el momento que arrecia el temporal, nos dedicamos en primer lugar a dotar a los barcos insumergibles con todas las ayudas necesarias, dejando a las jabegas, falúas y barquichuelos varios, a merced de los elementos, con el agravante de que son atropellados por los grandes, seguros y confortables transatlánticos.
En un alarde de incoherencia temeraria, pasamos a la segunda fase del plan. Torpedeamos a la precaria flota y le abrimos bonitas y variadas vías de agua bajo la línea de flotación.
Por fin, deducimos que al frente de todo esto está la liebre de marzo y el sombrerero loco haciendo macroeconomía. En la mesa del té europeo, el resto de los chiflados aplaude con complacencia.
Si estamos con una borrasca de fuerza 8 o 10 encima, y no podemos entrar a puerto, lo lógico sería auxiliar a quien va navegando en precario.
Muy al contrario, se le mete una inyección multimillonaria a la banca. Nada que objetar, siempre que hubiese sido condicionada a que renunciara a sus beneficios hasta salir de la tormenta, obviamente, están a salvo.
Si a esos millones de curritos, que somos la mayoría de la población nos indultan los intereses de los préstamos, fomentamos el consumo.
Por ejemplo, Manolito que se quería independizar no puede, porque su jefe, al que no le pagan los clientes, a los cuales han cortado la línea de crédito, ha tenido que cerrar la empresa. Tampoco le ha podido regalar a su madre el corsita tan mono que había visto, ni llevarse a su novia una semana a Punta Cana.
La familia del pisito que hubiese podido alquilar, están asfixiados por no poder disponer de esos ingresos, el del concesionario multimarcas del corsita ha tenido que poner en la calle a dos vendedores y la pequeña agencia de viajes del barrio ha cerrado, dando lugar a un torrente de “Manolitos” en progresión geométrica. Lo dicho, un pan con unas tortas.
Pero claro, yo no participo de esa mesa de chiflados ni entiendo de macroeconomía, solo cuento lo que veo.
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