¿NOS DEFINIMOS?


Posiblemente nos percibimos a nosotros mismos como una combinación de cosas distintas. Pero ¿Qué contestamos cuando alguien nos pregunta quién eres? ¿Qué eres?

Algunos se definen por la labor desempeñada; -“Soy profesor de secundaria” ó “Soy ferroviario”, ó simplemente “Trabajo en una floristería”.
Otros optan por las titulaciones académicas; “Soy ingeniero de caminos”, “Soy filólogo”.

Pero, ¿Qué pasa si la preparación no coincide con la labor que se realiza?; “Soy vendedor, pero he estudiado Farmacia”, “Soy cajero de Carrefour, pero he hecho Biología”. Añadimos rápidamente es información con el deseo de marcar un rango, de superponer los logros académicos por encima de una ocupación que no nos parece acorde a nuestro nivel, aunque sea lo que, en definitiva, nos da de comer.

Es cierto que nuestra respuesta va condicionada por el deseo de ofrecer el aspecto más interesante de nuestra personalidad, o al menos, lo que pensamos que puede parecerle más interesante a nuestro interlocutor.

También puede responderse con algo que claramente nos diferencia y nos identifica; “Soy motero” “Soy creyente”. A pesar de que ninguno de estos dos ejemplos supongan un titulo académico o una profesión.

En algunos casos, la propia respuesta indica una opción vital que no deja lugar a dudas, “Soy misionero”, “Soy M.C.”, son respuestas propias de personas que han abrazado una forma de vida que diluye o anula otros rasgos de su personalidad.

Pero ¿Qué pasa cuando ni tu labor ni tus estudios afectan a lo que eres?
Cuando ninguna de estas cosas responden a una vocación o a un titulo de prestigio ¿Cómo debes definirte?

Yo tengo por ahí una “pepita grilla”, que me regaña por definirme como “ama de casa”, pero, realmente esa labor es la que ocupa la mayor parte de mi tiempo, si añadimos a esto que no tengo por ahí guardada ninguna cartulina que certifique un titulo de ingeniera o de historiadora (por ejemplo), podríamos llegar a la conclusión de que mi máximo interés vital es la oscilación en el precio de los tomates, o repasar con devoción los vestidos que se lucen en las ceremonias reales (dos cosas básicamente aburridas).

¿Por qué nos definen los estereotipos? Si alguien nos dice “Soy camionero” automáticamente pensamos en un varón grueso, con camiseta de tirantes, por la que asoma algo de vello, y cuya máxima aspiración es beber litros de cerveza los domingos mientras ve un partido de futbol arrellanado en su sofá. Un tipo simple y primitivo. Si ese camionero comenta que ha estudiado filosofía o paleoclimatología, nos deja sin herramientas para clasificarlo.

A las personas no se les debería preguntar quién o qué es, es una cuestión peliaguda y confusa, nunca sabes que contestar ¿Mujer? ¿Andaluza? ¿Madre? ¿Adulta?¿Hetéro? ¿Alérgica?.... salvo que en un arranque de originalidad sin parangón, respondas.... “Sagitario”.

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