RENUNCIAR A “HACER SANGRE”


¿Es la edad lo que nos vuelve prudentes? ¿Son los golpes, o el desarrollo de la empatía?

Terrible duda. Yo creo que lo de la edad es un sí pero no. Me explico; una de las pocas ventajas de ser mayor (¿Cómo de mayor? Ese es otro debate) es que la vida te pone por encima del bien y del mal. 
Es decir, en roman paladino, que lo que piensen o digan los demás te va importando una mierda básicamente.

En mi caso, parece ser que mi deriva va en la onda de huraña, pero, por aquellas cosas de las paradojas existenciales, también notas más a flor de piel el daño que hacen los actos y las palabras. 

Esto no quiere decir que no te apetezca hacer daño, el problema es a quien, y sobre todo para qué. A ciertas alturas, se han padecido tantos daños, que una se vuelve exquisita a la hora de infligir alguno.

En las redes todos opinamos más o menos salvaje e impunemente, pero hay a quien le afecta, por cuestiones de inseguridad, de educación, o de pensar que las redes son la brújula de algo. Y esto se está filtrando a la vida real. 

Todos tenemos motivos de frustración, personal, laboral, existencial…. Y todos necesitamos aliviarlo desfogando contra algo, esto es un sentimiento razonable, incluso lícito, pero para eso no hay que utilizar a otras personas de sparring, entre otras cosas porque ni es sano, ni podemos saber hasta dónde llegan las consecuencias de  los golpes que tan ciegamente damos.

La discreción, la prudencia el respeto, ya no son valores a tener en cuenta, sobre todo si se interpretan como síntomas de pusilanimidad. El más bocazas, el más cruel, parece ser el poseedor de la verdad o de sus claves, el creador de puntos de vista y realidades.

Mucha información y pocos datos contrastados, mucha opinión y poca investigación, mucha boca y muy poquito cerebro.

Cada uno es dueño de sus zapatos y sus pasos, pero desde el momento que algo es público, simplemente se convierte en un amasijo de carroña en los comederos de los depredadores, manduca para despedazar y consumir. Y  por obra y gracia de las redes esto le pasa a cualquier hijo de vecino.

Tenemos que volver a ser más prudentes, más delicados, más sabios en definitiva.

OJO, no más sumisos ni más conformistas, que aunque nos estén educando en lo contrario, no hay que confundir el culo con las témporas, ni comulgar con ruedas de molino, solo hay que sacar el hacha cuando el evento realmente lo merezca.

El problema no es el aceite de palma, el problema es que no están dando de comer, intelectualmente, basura, mucha y variada, y entramos al trapo sin compasión, sin complejos y sin anestesia, y cerramos el ordenador o la aplicación de móvil con la suficiencia del que tiene su deber cumplido.

¿En serio?

Creo que tenemos muchas cosas que revisar, con los dispositivos apagados y sin cobertura wifi.


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EL PAPELÓN DE PENÉLOPE Y LA TERCERA LEY DE NEWTON


N. de la A: Nunca se me han dado bien los signos de puntuación, antes, normalmente ponía comas de menos, desde que estudié su correcto uso, pongo de menos y de más, pido disculpas a los que sepan de estas cosas, a mí no me sale de otra manera. Gracias.

Odiseo, que era un liante, se inventó una especie de sociedad de juramentados entre todos los pretendientes de la bella Helena para que no se mataran entre ellos con la ansiedad de no podérsela beneficiar ninguno, salvo el elegido por la muchacha.

Con este apaño consiguió dos cosas, a saber:       
1º Casarse con Penélope; que sí, bueno, no era Helena pero guardaba un lejano parecido familiar, y ya sabemos que es mejor un premio de consolación, que ningún premio y
2º Pillarse los huevos él solito, ya que al haber sido uno de los susodichos pretendientes al tálamo helénico, quedaba incluido en tan rocambolesca hermandad. 

Un par de estos desdeñados muchachos, que se aburrían como ovejas áticas, decidieron irse a la guerra de Troya, que fue más o menos un parque temático  para entrenar guerreros y deshacerse de segundones molestos  durante un tiempo considerable, se sanearon filas y sangres endogámicas, todo en el mismo lote. Así que en virtud del juramento propuesto por Odiseo tuvieron que ir desfilando para las murallas de Troya en fila de a tres (o de a cinco, vaya usted a saber) con carita de “mira que marcial voy con la poquita ganas que tengo”.

Nuestro héroe, que a la sazón vivía a cuerpo de rey, (que era lo que legal y moralmente le correspondía) con su Pe y su pequeño Telémaco; pasaba de tan castrense paseo y le dio por hacerse el maharón, a ver si colaba, pero no coló y allá que se plantó en las murallas con otros pocos cientos de vociferantes griegos rezumando testosterona y desesperanza, ya llevaban lo suyo con el asedio y como todos sabemos, son una pesadez y suelen tener tendencia al infinito.

Pasan unos 10 años, se les ocurre la tontá del caballo y ponen fin a lo que llevaba siendo su modo de vida los dos últimos lustros.

Claro, pero no es lo mismo un tío de veintyalgo con la bóveda craneoencefálica llena de gorriones revoloteando, la clámide oliendo a suavizante y recién planchadita; que un colega de treintaypico con diez años de guerra entre pecho y espalda, acostumbrado a los vivacs para cenar lo que sea, al que la perspectiva de volver a casita igual le resulta aburrida. Por muy hermosa que sea Ítaca al atardecer.

Así que en esto, con lo de Troya finiquitado,  deciden 12 patrones con sus 12 tripus (una flotilla en toda regla)  no volver a casa todavía, “total, si Ítaca no se va a mover de donde está”.

En los poemas no se habla de las familias que llevaban 10 años mirando para el horizonte sin saber si estaban vivos o muertos o jugando al mus con el Psicopompo, o triscando en los Asfódelos cual sátiros vegetarianos, esa incertidumbre, ese miedo infinito no supone nada en los cantares épicos. Nada comparado con la heroicidad sin parangón de tan ilustres guerreros.

Nuestra Pe, a esas alturas, con un hijo preadolescente y como gobernadora consorte de las jónicas, se las había apañado para esquivar un par de levantamientos populares (el personal se torna muy levantisco con el síndrome de claustrofobia isleña), algún que otro terremoto, una epidemia por cada primavera y el resto de sobresaltos que supone un buen gobierno.

No existía el pilates, ni el airboxing, ni el mindfullness, ni los prozac, ni los lexatines, poco se podía hacer, aparte de bordar o tocar el aulós con insistente  melancolía. Puestos a escoger, le pareció que bordar era menos molesto para los que la rodeaban, y a ello se ponía todas las tardes un rato cuando acababa con sus obligaciones.

Le gustaba especialmente bordar pajaritos, pero de eso no se dio cuenta hasta que no iba por más de la mitad del tapiz, así que cuando ya tenía casi lista una bandada entera de estorninos sobre el esmerado paisaje, se entretenía en descoser puntada a puntada los pequeños cuerpecillos emplumados en movimiento, y volverlos a bordar una y otra vez, encontrando una extraña paz en la repetición de la labor.

En aquellos tiempos una mujer en el trono, equivalía más o menos a plaza vacante y lo que originó un chorreo constante de opositores al puesto de Odiseo,  que la llevaba a ella como presea accesoria.

Cuando la movida de los pretendientes se puso cansina, y estaban a punto de acabar con  todas las reservas de la isla, no se le ocurrió mejor idea que recordarles a todos la estirpe de héroes griegos de la que procedían, como su propio marido ausente, y la hazaña de Jasón y los argonautas a la búsqueda del vellocino, los arengó convenientemente y les colocó la milonga del gamusino de oro que se encontraba más allá de las Joirades y de las columnas de Heracles. Mucho más pallá, buenooooooo, muy lejos, en un sitio donde solo podían recalar los auténticos hombres griegos descendientes de los mismísimos dioses, y al grito de ¡Δεν αυγά! los animó a buscarlo, prometiendo su mano al que retornara triunfante con el gamusino adornando su mascaron de proa.

El día de la partida de tan gorrona cohorte, Penélope se subió al monte Nérito viendo cómo se alejaban las naves, con los gallardetes (que ella misma había bordado, uno por pretendiente) ondeando con el lema ¡Δεν αυγά!. Una sonrisa de alivio se dibujaba en sus labios mientras canturreaba “Sarandonga nos vamó a comé, sarandonga un arró con bacalao…” y bajaba a saltitos como una chiquilla en dirección a palacio.

Un par de veces llegaron heraldos y emisarios de los reinos de algunos de ellos, pero ella los agasajaba y los mandaba de vuelta con la noticia de que ya habían partido de Ítaca, que pronto estarían en sus palacios. “¡Hombre ya! No haber dejado que vinieran a darme el coñazo, ¡Hala hala que corra el aire!”

Y los días, los meses y los años seguían pasando en la isla como filas de procesionarias; lentos, tóxicos, interminables y sin sentido.

Mientras, nuestro Odiseo se dedicó a ver mundo, así, sin más, porque un hombre, un héroe, tiene sus necesidades, y eso, al contrario de sus obligaciones, es muy importante.

Tuvo que sacar a tirones y a la fuerza a las tripulaciones de la isla de los lotos donde todos andaban amnésicos y pasados de rosca, se montó un rollo enológico con Polifemo y al final lo timó, lo dejo ciego y lo hizo quedar de imbécil con sus colegas, se liaron con el regalo de Eolo y montaron un temporal de órdago.

Once tripulaciones acabaron sirviendo de merienda y la que quedó terminó transformada en los primos griegos de Babe, menos mal que nuestro Odiseo lo arregló con un buen revolcón, o varios, con la hechicera Circe con churumbel de recuerdo y pudieron salir más o menos airosos de semejante trance.

Lo de las sirenas fue otra historia, y eso que Circe ya los tenia advertidos, pues nada, “que mira que es que me hace mucha ilu escucharlas de cantar”……. ¡Ayyyyy  jomio que poquitas luces! Así que cantando, cantando, el cante llegó hasta Ítaca, que las sirenas cuando se ponen a vacilar se convierten en unas sabandijas de lo más cotillas, y no iban a dejar de pasar la ocasión de que todo el Egeo estuviera bien informado de las correrías de la tripu superviviente.

No contentos con todo esto, Odiseo y sus compinches siguieron enredando: que si nos comemos unos filetes de ternera (con el consabido cabreo del dueño de las vacas) que si nos traga un remolino y que si ya que estamos me paso una temporadita retozando con Calipso y le hago otro par de chiquillos.

Total que nuestro rijoso y prolífico héroe acaba en las playas de su Ítaca hecho unos zorros 20 años después de su partida y sin reconocer siquiera el terreno que pisaba.

Llegó con sus ínfulas de héroe, en el otoño de su vida, a las puertas de una Penélope que no guardaba ni el recuerdo de lo que era tener marido.

¡A ver! ¡El rey ha vuelto! ¿Dónde está mi arco que pueda poner en su sitio a los usurpadores?

¿Perdonaaaaa? -Penélope lo recibió en el umbral – “Aquí no hay usurpadores querido, esta isla tiene reina legitima, y soy yo”. Le echó una mirada de arriba abajo, giró volviendo a entrar en palacio dándole con la puerta en las narices.

Pasmado bajo la sombra de las columnas, Odiseo la oyó cantar mientras se alejaba hacia el interior “tu solo quieres quererme en primavera, pero yo no soy Pinocho que el corazón tiene de madeeeeeraaaaa….”

Odiseo, anonadado, volvió despacio a la playa y se sentó sobre la arena. A pesar de los cíclopes, las tormentas, los remolinos, los escollos… nunca, hasta ese momento, el mar le había parecido un sitio tan inhóspito.

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COMO LÁGRIMAS EN LA LLUVIA


Retomo lo de ponerme al piano de las letras en mitad de la estupefacción mas absoluta.

No es fácil, nunca lo es. 

Pero han pasado tantas cosas, que a poco que me aprieten, suelto una parrafada digna de un replicante filosófico y moribundo.

Alguna gente me ha preguntado que qué pasa con el blog, que ya no escribo, que en qué ando.....ando, que ya es bastante.

En mi casa suenan campanas un  reloj que fue el único lujo que se permitió mi madre. Y no, no he visto relámpagos resplandeciendo en la oscuridad cerca de la entrada de Tannhäuser, pero si he estado viviendo cosas que no se pueden airear alegremente en el espacio público y superficial que son las redes.

He atendido mi lista de prioridades como pensaba que tenia que hacerlo, y he sufrido el proceso de la aceptación de lo irremediable una vez más. 

Hay viajes difíciles, y tan largos, que nunca tienes claro donde acaban, o igual es que no acaban. En otros momentos te explicaban que eso era madurar, pero cuando ya andas madura de sobra..a ver quién me explica qué coño es esto. Siempre hay, quien menos te esperas, que aparece y ayuda.

NO se asumen las pérdidas, ninguna de las pérdidas, se aceptan y se vive con ello con la máxima naturalidad posible, pero yastá, y lo haces sola. No porque no haya quien quiera acompañarte, o desee consolarte, es que es una carretera de un solo carril; y te la comes con patatas o cierras en falso, esto ya va a gusto del consumidor. 

Para las personas de fe, supongo que es un viaje mas consolador, aunque no creo que mas fácil. Para los incrédulos y escépticos el proceso es mas duro y mas inhóspito. La desolación te ahoga, pero racionalizas. La tristeza te paraliza, pero cabezonamente te aferras a la inercia de la existencia. Y sigues buscando. Como el "sigue nadando" de Dory, pero a lo bestia.

Y heme aquí, metida en otra carrera (cualquier día de estos retomo lo de las crónicas universitarias)más triste, más mayor, más incrédula, más fuerte, más seria...y sin tener claro paqué. Bueno si, paná. Es que no hay otra.

La tristeza pasa, aunque te queda la sensación esa rara de que se te ha olvidado algo. La soledad se instala y se queda a vivir contigo. Las historias que te cuentan, te resbalan como si te hubieran plastificado. Sacas el hacha y te lanzas a cortarle el paso a la desesperanza, y te aferras a las nuevas rutinas como si te fuera la vida en ello, de hecho es así.   

Y la deslealtad más profunda y ruin, ni siquiera te parece novedosa, ni original, no te mueve ni a un poquito de estupor. Es lo que tiene no esperar nada de nadie. 

Y mañana amanece de nuevo, todo está limpio, brillante; el mundo vuelve a estrenarse para que yo salga con mis perros a un campo de tréboles adornados de agua de Swarovsky, los pinos huelen a nuevos, la tierra tapada, regala aromas húmedos y escondidos.

La Navidad, chillona, vulgar, cansina y mezquina acecha tras los árboles para apuñalarme. 

Pero yo, yo tengo un hacha.






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ME DA NÁUSEAS


Vuelvo a acercarme al mercadillo de comentarios de Facebook y vuelvo a encontrarme el típico vídeo de esos programas que valoran a la gente que cocina, baila o canta con comentarios como “este vídeo te va a conmover un güevo cuando lo veas”.


Vale. A ver.

Suelen ser personas que no dan la medida del estereotipo y hacen algo bien. El último que he visto, un chico gordo, feote, que se arranca a cantar con voz de tenor, o a lo mejor de barítono que yo de esto entiendo regular… ¡Oh! El público grita, patalea en las gradas y llora y remata la faena con una cerrada ovación con toda la sala puesta en pie.

Y entonces, fluyen oleadas de paternalismo. “Que mira que oye que te vamos a aceptar aunque eres rematadamente feo, y gordo para que nos vamos a engañar, pero en nuestra infinita misericordia hemos decidido tratarte como a una criatura normal porque cantas muy bien”.

¿Por qué? Porque una criatura con ese aspecto tiene la obligación de ser medio tonto y no saber hacer nada, o ser un psicópata que también entraría en lo que le han enseñado a aceptar a nuestro cerebro. Pero canta como los ángeles, esos que normalmente en los cuadros tienen caras de pasmaos y además también son gordos.

El susodicho, la susodicha, se derrite cual paparreta, pensando que por fin las cosas están en su sitio, que se ha quedado atrás la pesadilla del colegio y del instituto, la discriminación y el desprecio. Bueno, cada uno es libre de interpretar las cosas como le parezca.

Puede que a partir de ahí tenga éxito, o consiga que lo respeten, claro que eso solo pasará en  caso que la persona que tiene delante sepa que canta bien y entonces ya no será nunca más el “gordofeodespreciable” sino el “gordofeoquecantabien” al que vamos a tratar con deferencia, paternalismo e incluso servilismo para poder seguir discriminando al resto de gordosfeos. Al resto y a este mismo, que como no sea para cantar no lo van a pillar en ningún trabajo porque no da la imagen o “el perfil que estamos buscando”.

Esto pasa también con personas mayores que se mueven bien o con gente de aspecto normalillo, sin ese aura de “artista rompedor” que acaban aterrizando por esos programas para exhibir esa cosa “sorprendente” que saben hacer.

Estas cosas son un ejemplo claro de que la cacareada aceptación de la diversidad es una polla como una olla.

Todos tenemos virtudes más o menos ocultas, todos sabemos hacer algo sorprendente rematadamente bien.

Bueno, casi todos. Los que no, suelen ser público y jurado de este tipo de cosas que se siguen sorprendiendo con lo que hacen los no-guays.

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GÜEVINESIL



Estoy muy cansada, cosa que parece circunstancial aunque sea una circunstancia muuuuyyyyyy larga. Dispersa, cosa que parece más bien congénita y un poquito apollardá, cosa que parece consecuencia de lo antes dicho, pero a pesar de todo no tengo más remedio que escribir de vez en cuando o se me enconan las cosas en el cerebro y después salen en las resonancias. Así que ahí os dejo un par de cosas que me han chirriado últimamente.

Dispersión nambar güan: Va la señora esta de podemos y en un arranque de folklorismo maternal se lleva el churumbel al hemiciclo. Vale. Que no digo yo que no sea más que un gesto pintoresco por parte de la nueva hornada de flamantes hemicicleros para llamar la atención, o que no haya guardería en el Congreso (¿Hay? Supongo que sí) pero ¿En cuántos centros de trabajo no hay guarderías? ¿Cuántas mujeres no siguen en su trabajo (se van, las despiden) por tener hijos? ¿Cuántas piden reducción de jornada? ¿Cuántas se ven abocadas a no tenerlos para seguir trabajando?
Lo de tener el corralito en la trastienda de la librería o de la ferretería mientras mama despacha, o tener a la criatura en un rinconcillo detrás del mostrador  haciendo deberes (¡que no Mari Deborah, vuelve a repasar la tabla del seis!) ¿Pasa solo en mi barrio?
Incluso, y sin que se entere nadie, compañeras funcionarias que han apalancado criaturas en el último rincón de la oficina unos días hasta el comienzo del curso por no tener donde dejarlas, criaturas a las que hemos colocado todos los rotuladores y sellos posibles para que no sucumbieran al aburrimiento y la liaran parda, un lio oiga.
¿Qué no tiene nada que ver? Pos a lo mejor no, pero es lo que se me ha venido a la cabeza cuando he visto a la susodicha con el cochecito por el Congreso.

Dispersión nambar tu y tri: Y ya que estamos con la imagen de la mujer y la tele ¿Qué mierda tienen en la cabeza los creativos de publicidad? A algunos hay que colgarlos de los pulgares en el palo mayor o que se dediquen a hacerse pajas como un bonobo, vamos a dejar aparte el temita del vientre plano, los pechos turgentes y las prístinas pieles. Todos los problemas de limpieza y casi todos los de salud caen en el campo mujeril.
Como muestra de lo dicho hay una rubia con un pelazo rizado recogido loca porque su dentista le dé el master de experta en dientes deslumbrantes, los dentistas, como ya se muestra en otro anuncio de sensibilidad dental, obviamente no son mujeres, son chicos bien parecidos con sus batas blancas y voces aterciopeladas que nos cuentan cuanto les preocupa que las personas sufran con los helados, por lo visto todos los hombres tienen los dientes perfectos y son dentistas y las pacientes deben esforzarse más.

Y ya que estamos con batas, expertos y otras fliperías ¿Por qué asocian el estado de la vitro con el sentimiento de vergüenza? ¿En serio? Anda y que le vayan dando a la vitro a la campana extractora y a la yogurtera, pues no teníamos nada mejor de lo que avergonzarnos (y si tienes amigas que hagan ese tipo de comentarios, cambia de amigas).

A mí lo que me da vergüenza (ajena) es ver los estereotipos de los spots. Verbigracia, un poné, la maripuri que tiene una pataleta loca porque las copas no le salen diamantinas del lavavajillas y en esto que llega un conciliador experto (again) y le cuenta con voz conciliadora (maldita zorra que no te enteras, menos mal que estoy yo para explicártelo) que la culpa es de ella por no comprar el producto correcto, en estas que ella, en un acto de recogimiento y contrición se arrodilla ante el aparatejo y le pide disculpas.  Rayos. Centellas e ira divina ¡PANDA DE CABRONES! ¿Eso es lo mejor que se os ocurre? Pues deberíais dedicaros a flagelaros todos los días cien veces como penitencia por lo ofensivo de vuestros anuncios hasta que cambiéis de oficio.

Y ya para colmo de los colmillos ¿Tienes picor en la zona intima, o sease en el potorro y te amarga la vida? Don´t worry reina mora que hemos puesto a un montón de esos chicos bien parecidos con batas blancas en nuestros asépticos laboratorios a crear una gama de chorradas para que no tengas que rascarte en público Buaaaaahahahahahahaha Ar favó ¿Qué os pasa en esas cabecitas? En la edad que tengo pocas veces (una o ninguna) he visto rascarse a una mujer en público por la zona del triangulillo el tanga.

Como remate os propongo un ejercicio ¿Sois capaz de dar una cifra aproximada de cuantas veces habéis visto a los mushashos, amigos, hermanos, profesores, compañeros, deportistas, diputados….rascarse o recolocarse el paquete?


Pues eso, ya podéis inventar algo y a ver como lo publicitáis para que nos riamos un rato. 

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SI YO FUERA


Si yo fuera pepera estaría muy cabreada, porque teniendo un bicho político como Sorayita (a la que no votaría ni borracha) me tendría que conformar con un pasmarote como Marianito.

Si yo fuera socialista estaría muy cabreada por colocarme a un supuesto pibonasso que no transmite nada.

Si yo fuera de podemos estaría de fiesta por los logros conseguidos, si, vale, bueno, una posición rarita en una situación anómala.

Si yo fuera de ciudadanos, bueno, ni se me ocurre ese si yo fuera.

Si yo fuera joven, bueno, si fuera joven y en esta época igual no estaba en mi casa ni escribiento tontás en el blog, estaría ocupada en vivir.

Si yo fuera ingenua pensaría que es el momento de hacer pactos de estado para sacar el país adelante.

Si yo fuera periodista me estaría frotando las manos con los pactos que no se van a hacer y con las especulaciones sobre quien será presidente.

Si  yo fuera…

Si yo fuera…

Fui, después de muchas elecciones, y voté.

Y lo único que se me viene a la cabeza, apelando a mi espíritu ancestral es:

A ustedes señores míos
ilustrísimos falsarios
quería aclararles un punto
que, que quede bien aclarado.

Por más vueltas que le doy
no me queda más remedio

que seguir siendo quien soy.

Pos igual lo único que soy es...flamenca, vaya usté a saber.

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CARITA DE TERTULIANA


Entiendo que estamos en la era de la comunicación, o no, según se mire, pero todo tiene su momento. 

Lo que pasa es,  que el momento de unos, pues igual no coincide con el de otros. 

Me explico, andaba yo esta mañana, como de costumbre, por el barrio ocupada con las compras de la mamma.

Esto es algo que normalmente realizo a trote ligero, y otras veces voy como la niña aquella que fue a Madrid en un caballito gris al galope, galope, galope. En algunas ocasiones, incluso, parezco la versión maruji de Flash Gordon solo que con atrezzo Decathlon en lugar de coloridas mallas.

Pues allá que me planto en el mercado, me voy al carnicero y no sé cómo ni de qué manera acabamos con una bonita tertulia sobre la superproteccion a los hijos y las nefastas consecuencias que acarrea después para cuando devienen en adultos insufribles. ¿Culpa del sistema? ¿Culpa de los padres?

No es que yo esquive una buena discusión, pero es que me tenía que ir. Miraba nerviosa a los lados, intentando descifrar en que momento toda la gente de mi barrio se ha vuelto vegetariana, porque ni venia ni un cliente más a tomarme el relevo.

Con más torpeza que arte le he colocado un par de verónicas y una media lagartijera, y he salido escopeteada a seguir con lo mío.

Pos como que ya de vuelta, veo una chaquetilla monisisima en un escaparate y me cuelo en la tienda con la sana intención de probármela por si me cabían dentro los airbags y el resto de equipamiento de serie con el que el bendito Dios ha tenido a bien dotarme.

En algún momento de la charla típica de: "me queda un poco ajustada, pero igual mola, pos no sé si llevármela",  con la dependienta, que venía a ser más o menos de mi quinta, la cosa ha derivado en algo así como:
-         - ¡Qué mono ese top!
-         - Llévatelo, tengo de tu talla.
-         - ¿Paqué?
-         - Pa cuando salgas
-          -No salgo

Resumiendo, que estoy yo exponiendo que prefiero quedarme en casa, sin sujetador y en zapatillas delante del ordenador buscando artículos y partiéndome la cabeza, y ella que no entiende paqué y yo argumentando aquello de ¿No hay mujeres que se arreglan, técnicamente, para sentirse bien con ellas mismas? Pues yo me caliento la cabeza pa lo mismo de lo mismo.
-         - Pero te arreglas y sales
-        -  Pues entonces igual no es para ellas mismas

Y llegados a este punto, la colega me dice que espere y me sale con dos sillas para que nos sentemos en la puerta de la tienda a montar ya una tertulia en toda regla.

¿En serio? Ya le había comentado que tenía prisa, de hecho, a esas alturas llevaba en la tienda algo así como un par de minutos solo, cuatro como mucho, y por segunda vez en menos de un cuarto de hora me he encontrado con alguien enfrente con la clara intención de que le cuente más. ¿Más de qué? ¿Por qué? Mira por favor que voy de bulla. Esta mujer, incluso me ha dicho donde vive por si en otra ocasión me encuentro la tienda cerrada le pegue en su casa, que ella baja.

A la óptica ni he entrado, que si tardo mi madre se piensa que me ha pasado algo necesariamente malo.

Cuando he llegado a casa me he mirado al espejo y creo que no tengo una cara especialmente comunicativa, hasta puedo poner gesto adusto sin muchos problemas.

¿Será que con la edad se me está poniendo carita de tertuliana?

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EL NIÑO MUERTO



Desde 2011 lleva Siria en guerra, otra absurda y sangrienta guerra civil que le estará llenando los bolsillos a alguien, y no nos ha importado, de hecho, incluso hay gente que ni lo sabía. Ni que había guerra ni que Siria existía.

¿Cuántos niños sirios han sido masacrados en estos años? ¿Cuántos adultos, que también fueron niños?

¿Qué la foto es brutal? Pues sí, parte el alma y crujen las entrañas esos zapatitos de pequeñín, comprados con amor y con suelas especiales para que aprenda a andar derechito y no se caiga mucho, ese chándal para que vaya cómodo pero abrigadito que el viaje era muy incierto. ¿Y qué? ¡Ah bueno si! Los señores de los medios han debatido mucho si sacaban las imágenes por aquello de la ética, el morbo y el impacto mediático. Ya, la ¿Etiqué?

¿De qué nos sirve estremecernos con la foto del diminuto cadáver de Aylan? Si después cuando vemos un rumano cambiamos de acera, y nos gastamos lo que no tenemos en coles privados para que nuestros hijos no estén en una clase llena de hijos de inmigrantes.

De macro política para que vamos a hablar, como súbditos de Sacro Imperio Germánico, que hable mi amiga Angelita.

De macroeconomía tampoco, porque con lo mal que estamos lo que nos hacía falta era más gente pidiendo trabajo y buscándose la vida por los márgenes de la legalidad. ¿O no es eso el pensamiento más general cuando hablan de acoger inmigrantes? Eso sin tocar el espinoso tema de la vivienda o de la atención sanitaria.

¿A qué viene ahora tanta penita pena? Ese pequeño-gran reproche flotante no ha surgido por generación espontánea sobre las olas, es producto de “déjalos que se maten entre ellos” “que sí que los españoles emigramos pero de otra manera, con contrato y eso” “yo no digo que no sean criaturas como nosotros, pero oye cada uno en su sitio”.


Pues ahí lo tenemos, en el único sitio que le hemos dejado, a falta de cuneta, rebalaje.

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JUSTIFICACIONES ESTÚPIDAS, EL TFG Y EL APA DE LOS COJONES


Amoavé  es que hace musha caló, es que estoy muy cansada y es que me pongo a plantear una idea y ahora,  mirusté por donde me tengo que poner explicar quién ha dicho qué.

Porque a estas alturas del partido, ponte a buscar y a citar porque sabes quién coño era el padre de Ramsés II. ¡Coño! Lo sé porque sí, porque lo llevo sabiendo toda la vida.

Porque oiga, me puedo liar lo mío  con las tildes, y con las comas, o no, de hecho lo hago, pero soy de la generación de los de leer  y preguntar, de los de admitir ignorancia y beber de quien sabe más, o sea, de quien sabe, porqué tienes bastante bagaje para destronar fantasmas. Que haberlos, haylos, a chorreones, y muchos con cosas publicadas, talmente como si fueran serias. 

Y tienes un planteamiento, un concepto, y (menos mal) alguien te obliga, las putas formas, a darle forma, valga la redundancia, y si no vale, pos a la mierda. Pero oye, que las formas pueden ser impecables, y la idea ser una apología al sepuku de las ostras.

A mi personalmente, que soy dispersa por naturaleza y las ideas me saltan como piojillos por la cabeza, pos oye que me viene bien una guía. 

Peeeeeero ¡Artoquietoparao!. Que lo del orden. Bien. Necesario e imprescindible si me aprietas un poco. Hasta que asfixias a la gente. Hasta ahí. Y ni un milímetro más. 

¿Qué mierda es lo del énfasis en el autor? ¿O en el texto? O si son más de tres o menos de cinco? ¿Si la cita es de más de cuarenta palabras o de menos?

¿Pero en qué cabeza cabe, si yo estoy toita toa enfrasca con el Hobbes o con mi Bobby Merton me ponga a contar palabras como si me fuera la vida en ello?

Aclarando que es gerundio. Estoy haciendo esto porque me apasiona, me divierte, y si deja de divertirme o de apasionarme, lo puedo mandar a la mierda sin pena y sin remordimientos.

No me va a poner ni a quitar nada en mi trayectoria personal. Mi ÚNICA pretensión es decir como se ve desde aquí, y si le sirve a alguien, pos oye, pos mola. Y si no, pos nada.Sin amontonarnos, 

Soy, una de esas, que se ha leído todo lo que la vida le ha puesto en las manos, y me ha puesto mucho y muy bueno, malo también, y también me lo he leído sin empachos y sin dramas. Y quien no sepa aprender de lo malo, que se ponga unas cataplasmas.

Lo que a mí me toca es  que la gente pueda ir a las fuentes, yo, que soy una devota de las bibliografías, de los buenos libreros, esos, los libreros, con los que te puedes pasar horas y horas y horas, hablando de libros, esos que tienen joyas que difícilmente se puedan catalogar de best sellers o de top tens de nada.

Pos que como que no, que yastá, que voy a terminar el TFG sin las pollas de la APA, pero lo bastante clarito para que todos encuentren lo que cito.

Que no son bibliografías, son viejos amigos, leídos, releídos, compañeros y consuelos, y si no  es académicamente correcto.


Pos vale, tomaros algo, yo invito.

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CRIATURITAS DER ZEÑÓ



Amoavé, por si no lo sabíais estamos en mitad del cambio climático.

Una ola de calor, nunca viene sola, se traen a sus colegas, y se van sucediendo como una ristra de chorizos al infierno.

¿Qué coño hacéis corriendo en las horas centrales del día, por el paseo marítimo (que no tiene una puta sombra) pegaitos a los coches con sus emisiones tóxicas, con esa ropa técnica de tejidos infernales (polímeros varios) y cerca de los cuarenta grados o más.

Congestionados, abotargados, sudando como cerdos y con un rictus en la cara que deja claro, clarísimo, que eso, pal cuerpo, bueno, no es, para que nos vamos a engañar.

Que le duele la boca a las autoridades sanitarias lo de decir de buscar sombra, de beber agua, de protegerse, vamos lo que viene siendo usar el sentido común. Pos ná.

Que hay una gente por ahí que (supongo) que piensan que al mediodía sentarse a la sombra con un abanico y un tinto de verano o una cerveza, o un agua o un aquarius oye que pá gustos colores,es una cosa de gordos hedonistas desidiosos.

Allá que los veo corriendo, día sí, día también, y mientras los miro desde mi coche con el aire acondicionado puesto (que es muy viejuno, pero de eso tiene) se me amontonan las dudas.

¿No tienen otra hora del día para correr?

¿No se les ocurre otro tipo de ejercicio?

¿Tienen algo contra los deportes de agua?

¿No se habrán dado cuenta de la caló que hace?

¿No se les ocurre otra forma de suicidarse más rápida y más misericordiosa?

¿Cogerían un trabajo de asfaltar carreteras en verano?

¿Se les habrá derretido el cerebro con tanta carrera bajo el poderío de Lorenzo?

¿Tan mala es la vigorexia?

¿En serio?

Normalmente en un par de dudas más, cambia el semáforo, y sigo conduciendo con la convicción de que hay gente pa tó.

La única respuesta que se me ocurre a todas estas dudas es que son gilipollas.

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