LA ISLA DE LOS JUEGOS, PLEASURE ISLAND O LA VUELTA DE LA BURRA AL TRIGO


No teníamos bastante con el chamarileo con pretensiones del muelle 1, para que ahora nos vayan a colocar una noria tipo London Eye  entre el Paseo de los curas y el mar.

Que no digo yo que lo de la noria no vaya a estar bonito, que igual hasta queda bien.

Otra cosa es cuanto nos va a costar hacerla y subirnos.

Por lo visto (cito literalmente del SUR digital)La inversión prevista para el acuario será de entre 16 y 17 millones de euros; y otros ocho millones para la noria, con el reto de que se pueda inaugurar a finales del año que viene.”

Eso sin contar que nos hagan la del canal de Panamá y las cosas salgan por el doble o paren las obras o todos esos poyaque que pasan en estos casos.

Porque lo más guays de la cuestión es que por arriba se ve la ciudad, y por abajo los carricoches o cabinas de la noria entran en un acuario, y así podemos contemplar fondos marinos de opereta creados para la ocasión, ya que los nuestros están en modo escombro/derribo/estercolero, pero eso no es digno de inversión ¿Pá qué?.

Seguimos invirtiendo en que el Puerto, repito, PUERTO, se convierta en un parque temático, centro comercial, zona de ocio….putiferio multicolor sin nada que ver con lo que debería ser.

Costaría menos millones hacer escuelas municipales de vela, de submarinismo, de remo, de kayak polo y de la cosa esa que te subes a una tabla de surf de pie con un remo y que tiene pinta de ser un rato difícil y muy divertida.

Soy consciente de que me repito, pero es lo que se suele hacer cuando no te hace caso nadie.

Hacer la noria y el acuario es seguir de espaldas al mar.

Debería ser un puerto deportivo de referencia para la zona mediterránea, un lugar al que llegar y encontrarte un montón de gente, bronceada, sana, ocupada en hacer algo apasionante, como navegar, por ejemplo. No la chillona recepción de  una feria de vanidades consumista y vacía.

Pasearte por el puerto chupando un cucurucho de helado con tu entrada para el acuario en el bolsillo, mientras te distraes viendo escaparates de boutiques, no tiene nada que ver con lo que debería ser un puerto gestionado por gente que optimiza recursos y que abre nuevas vías al ocio, al deporte, al disfrute de nuestras inmejorables condiciones geográficas y climáticas.

Ese cucurucho sabría mejor sentados en el cantil mientras se secan las velas, o los remos o las aletas, charlando con los compañeros de lo fuerte que ha entrado el poniente.

Hacer un lugar de reunión, deporte, competición para los niños, los jóvenes y los adultos, algo realmente que los ciudadanos pudiéramos considerar nuestro y de nuestros hijos. Un espacio recobrado y acogedor.


No una delirante isla de los juegos que nos convertirá a todos en burros

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