SOBRE HALLOWEEN, EL DÍA DE DIFUNTOS Y OTRAS CONSIDERACIONES


Cuando yo era pequeña, mis vecinos con patio sembraban crisantemos, una hermosísima flor que para siempre tendré asociada a la muerte, y el resto de los vecinos les compraban unas docenitas para los ritos propios de la fecha, se colocaban  “mariposas” que son esas mechitas encendidas que ponían a flotar sobre un recipiente y bajo la foto de la persona añorada, o de algún santo gore y sangrante.

El día de difuntos, o la víspera, acompañábamos a los mayores a los cementerios, los familiares de los difuntos limpiaban y enjalbegaban las tumbas, las lápidas, y lo dejaban todo como los chorros del oro, lleno de flores frescas y sin una mancha que se pudiera reprochar.

Claro que los cementerios eran otra cosa, cada tumba tenia personalidad propia, lejos de la uniformidad industrial de los actuales, los familiares se velaban en las casas y la muerte era algo íntimo, era cuando todavía los que sufrían una perdida se denominaban “dolientes” porque doler duele un güevo, doy fe.

Varios días después, el cementerio estaba lleno de flores muertas (que es lo suyo, por otra parte) porque la vida había acabado imponiendo su rutina sobre los que tan amorosamente guardaban el recuerdo de sus difuntos, pero que no tenían ni tiempo, ni vehículo para mantener el rito el resto del año, que aunque en la actualidad hayan tenido que desmantelar más de un camposanto porque están en zonas habitadas (menudo negocio que se montó el ayuntamiento con las exhumaciones), no hace tantos años que esas zonas eran las afueras y estaban muy lejos.

Hoy en día se está imponiendo la incineración, lanzamos las cenizas de nuestros muertos al mar, al espacio, al sitio que ellos indicaran, las dejamos en casa con nosotros y hay hasta quien se hace “joyitas”.

El dolor, el sentimiento de pérdida, apenas rebasa la barrera de una generación. Aunque ahora que la crisis ha reunido varias generaciones bajo el mismo techo, puede que cambien las tendencias.

A mis hijos siempre les he montado fiestas de Halloween, ¿Qué es una americanada? Pues no, ya sabemos que por estas fechas la red se llena de artículos invocando las ancestrales raíces de tan macabra celebración, hasta los Simpsons, que son el oráculo de la postmodernidad, le han dedicado algún capitulo.

¿Qué rompe con nuestras tradiciones? Si, ya, vale, pero me da la impresión que cada vez son menos los que van en familia a visitar a sus difuntos y a adecentarles su última morada, que esa era nuestra tradición, pero que no mantenemos.

¿Qué es una excusa para montar una fiesta y emborracharse? Artoquietoparao, que para eso no nos hace falta excusa, y mucho menos importarla. Siempre hemos mantenido que en los entierros hay que beber vino o el tuyo viene de camino, supongo que esto viene de los velatorios domésticos en los que las mujeres rezaban junto al finado y los hombres en la puerta andaban en sus cosas, copita de vino viene, chupito de anís va.

Formas distintas de “celebrar” la muerte. Pienso que los mejicanos son los únicos que han sabido mestizar y darle el punto justo a esta cuestión.

Si eres creyente, de los de verdad, de esos de fe profunda, la muerte significa el paso a un plano mejor, sin dolor, sin incertidumbre, sin miserias, da igual a que religión pertenezcas, es el paso a una vida mejor. Algo digno de celebrarse.

Y si no eres creyente, remedando a Sabina, que el fin del mundo te pille bailando, borracho, rodeado de amigos y a ser posible disfrazado de algo.

No me parece un mal plan.


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