LA MUJER DEL CÉSAR


Aunque sepamos, o sospechemos, o de una forma u otra nos conste que las estadísticas son manipulables e interpretables a gusto del respetable, lo de la violencia machista ya es el cum laude del cachondeo.

Para que te hospitalicen, tal como anda la sanidad y el manido tema de los recortes, tienes que entrar por urgencias con el cerebro en un tupper o las tripas en un canasto, prácticamente, con cosillas incompatibles con la vida.

Esto no quiere decir que los de urgencias sean unos mamelucos, quiere decir que no dan para más, ni en medios ni en personal.

Parte mala de la cuestión; que vamos a tener que acabar hasta reduciéndonos fracturas y escayolándonos en plan doméstico (mira tú por donde, buena asignatura para la nueva reforma educativa, siempre he defendido que en los institutos deberían enseñar RCP y otras cosas de primero auxilios)

Parte buena; por arte de la logística y el tratamiento de datos, la violencia machista se reduce en un 90%, así, de un plumazo. No está nada mal.

Porque por una fractura no te ingresan, por un corte te ponen unos puntos y te mandan para casa, por dejarte la cara como el Cristo de Medinacelli tampoco te hospitalizan, hay cientos de lesiones graves que no suponen hospitalización.

Y ya puestos y por el mismo precio, podemos sacar del Código Penal todo lo que no suponga hospitalización. Por lo cual queda demostrado científicamente, que todos los energúmenos que usan a sus partenaires como saco de los palos, son un vestigio de otros tiempos.

En mi caso, lo que no esté anotado en la puerta de la nevera, no existe. En el caso de la Administración, ayudas, programas y varios van a remolque de las incidencias o representatividad de la cuestión en las estadísticas oficiales, es invisibilizar la cuestión de nuevo. 

Con el trabajito que ha costado crear conciencia, cagoentó.

Eso sí, la violencia no ha desaparecido, pero lo parece.

No sé si han caído en la cuenta de que los españoles van a quedar como los más expeditivos del mundo mundial, porque muertas, temomé que van a seguir habiendo. 

O sea, que va a haber más fallecidas que agredidas. 


Después se nombrará una comisión de expertos (en retórica) que expliquen semejante descalabro, con lo cual, colocaremos a otros pocos de cuñados o sobrinos de algún iluminado de estos, que a falta de nada mejor,  reflejan sus perversiones en las estadísticas.

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