EMPATIA, MISERIAS, CAUNADAS Y OTROS TEMAS


A la gente que queremos le perdonamos muchas cosas. Ser componentes del género humano nos otorga un grado de empatía que, parece ser que va de serie. O no.

Perdonamos calentamientos mentales, “rallaeras” retruécanos mentales y argumentaciones insostenibles.

A la gente que queremos le perdonamos muchas cosas.

¿Qué nos perdonamos a nosotros mismos?

Haciendo solo un pequeño esfuerzo de introspección, conocemos nuestras miserias con demasiado detalle, sabemos como de mezquinos podemos llegar a ser. (Cosa que no sabemos de los demás porque ya se cuidan ellos, consciente o inconscientemente de ocultarnos).

Esto de la inteligencia emocional es un arma de doble filo. A poco que tengas tiempo, te haces un mapa más o menos exacto de tus zonas luminosas y de la más profunda de tus oscuridades.

Hay mucha gente que le dan mucho más valor a lo que otros hacen, que a lo que hacen ellos, gatos deslumbrados por un puto coche, o convencionalismos, que en ningún mundo lógico deberían ser atropellados y abandonados en la cuneta. Luces machacadas, cuyo resplandor nos falta a todos  para poder vivir en sitios menos oscuros y desoladores.

Obvio decir, que la gente que no posee esta maldición vive feliz cual perdiz.

A poco que seas honesto, calibras la clase de bicho que eres. Y, en general, te decepciona.

Y te duele, no te gusta saber de tu parte egoísta, no quieres verte como un gollum de la vida acariciando un tesoro robado. Pero si disculpas, (o no), estas mezquindades en la gente que aprecias. ¿Por qué magnificas todo ese perfil de miserable egoísta dando por sentado que eres una mala persona?

¿Lo eres?

¿Eres peor persona que la gente que te rodea? ¿Eres menos digno de apreciar que la gente a la que quieres?

¿Alguien ha tenido la santa paciencia y la sabiduría de enseñarnos a gestionar nuestros sentimientos?

NO.

No va incluido en el plan de enseñanza. Los padres, normalmente, tampoco tocamos ese tema.

Según dicho popular, Cá uno es cá uno, con sus caunadas.

Amoavé. Ante todo, mucha calma.

Somos criaturas contradictorias y difíciles. Normalmente nos debatimos con nosotros mismos antes de tomar una determinación o de emprender un camino.

Cada decisión nos hace renunciar a una parte de nosotros, y potenciar otra. Para bien, o para mal, funcionamos así. Por mucha angustia o dudas que nos genere, estamos así programados.

Pos ¡Hala! ¡A volar! Si renunciamos a según qué gente o qué proyectos………!Ea! igual no tocaba.

Si emprendemos otros, con todo en contra, por aquello de “me ha dado buen punto” pos nada, a asumirlo.

Y si te equivocas, nada, a aprender de los errores.

Y si triunfas, pues intenta aprender de esos triunfos.

Y sobre todo, perdónatelos, y perdónaselos, a esa gente que han apostado por lo inverosímil.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

0 comentarios: