JULIANO AUGUSTO


Cuando todavía cenaba 8 cereales sin gluten, Juliano distinguía la torre de Pisa, la Eiffel y otros pocos mas monumentos de Europa.

Tuvo una niñez luminosa y feliz, protegido y querido por todos.

Juliano tiene un carácter maldito. Se debate en las profundidades interiores sin entender bien el idioma del resto de las personas. Para compensar, entiende el de la música y el de las estrellas.

Al crecer, perdió su burbuja protectora quedo a la merced de las inclemencias de la incomprensión, de la mediocridad de la enseñanza secundaria, de compañeros zafios y del ordinario mundo real.

Se quedó sin su paraíso amable y se fabricó otro, que no era tan paradisiaco pero ajustado a sus medidas.

Todo lo que le escatima a la afectividad colectiva , lo entrega gustoso sobre el marfil de las teclas.

Debate sin compasión, es una bulldozer de conocimientos, arrollando y aplastando a todo el que no sea capaz de seguir sus documentados argumentos.

No quiere ni espera nada de los demás, no le gusta casi ningún componente del resto de la humanidad, por eso no sabe tocar para nadie.

Merece la pena quedarse por los arrabales de su piano, porque cuando lo toca, el aire se convierte en música que asciende, te envuelve y te eleva hasta tocar las estrellas.

Juliano tiene un carácter imposible, un don en los dedos, y una complicada y bellísima galaxia en el cerebro.

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