NOSTALGIA PREMATURA


Hay un hombre por ahí, que todavía no tengo el gusto de conocer, pero ya me queda poco.

Es divertido, generoso, leal, grandote, vital, inteligente, está enamorado de la vida aunque a veces duela, como Camarón.

Llevo media vida siguiéndole la pista, casi con exclusividad.

Antes, yo era el sol, y él, el girasol. Ahora han cambiado las tornas, y procuro estar todo el rato mirando en su dirección, aunque llegue a agobiarlo en algunos momentos.

Me he divertido mucho viéndolo crecer, viendo como se le va formando el carácter y va tomando posiciones en la vida.

Ya tiene marcados los rasgos de honestidad, de seguridad frente a las críticas ajenas. Sabe quién es y donde está. Es un gran compañero de viaje, cariñoso y con un gran sentido de la orientación.

También tiene sus propios problemas, sus afanes, sus sueños y sus planes a los que , por supuesto, soy cada vez mas ajena.

Mi trabajo está a punto de terminar, me quedare en mi campo de girasoles intentando retorcer el tallo, aunque sepa que ya no está dentro de mi campo de visión. Sus derroteros serán solo suyos. Sus triunfos y sus fracasos, también.

Mi papel ya es solo participar como espectador, que aplaude o grita, pero no puede influir en el desarrollo del partido.

Siempre lo seguiré desde lo más cerca que pueda, estoy muy orgullosa de él, me consta que será un hombre muy especial, y que pase lo que pase, siempre será mi amor.

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