CONCIENCIA DE CLASE, REFORMAS EDUCATIVAS Y PUBLICIDAD


Han convocado una huelga, una general, de las gordas. El problema, es que no está muy claro quién la ha convocado y a que colectivo se dirige. Creo que los sindicatos se siguen llamando sindicatos (o agentes sociales que suena más actual), pero prefiero no hablar de los sindicatos, que eso es otro tema y no me gusta poner muchas palabrotas seguidas en el mismo texto, por donde íbamos, parece ser que han convocado a los trabajadores, y aquí es donde empezamos con los matices.

En mis tiempos de estudiar, la Formación Profesional se dividía en dos grados, Oficialía y Maestría, nombres bonitos y con solera, que definía claramente tus conocimientos sobre un oficio. Cuando lo conocías bien, te daban el título de maestro. Maestro tornero, maestro fresador, maestro electricista…..en definitiva, alguien que sabía lo que se traía entre manos.

Manos hábiles, que normalmente estaban cuarteadas y llenas de grasa, a las que había que frotar con limón y untarla de nívea cuando se trataba de estar presentables para cualquier ceremonia familiar.

La gente estaba orgullosa de su trabajo, era lo normal, y se preocupaban de que estuviera bien hecho. Cuando alguien preguntaba: Y tu ¿Qué eres? La respuesta solía ser escueta y clarificadora, - mecánico, -fontanero – soldador-administrativo. Eso definía tu lugar en el mundo y te hacía sentir la tranquilidad de saber donde tenías los pies. Pregúntalo ahora, ya me contaras las respuestas.

Ya entonces, mucha gente optaba por el bachiller, porque estudiar un oficio era muy vulgar, aunque la mayoría ni terminaba el BUP ni acababa en la Universidad.

Ahora estamos con la chufa de los módulos, no tengo muy claro la definición de los títulos profesionales que se obtienen, pero me los imagino algo así como “técnico/a especialista/o en auxiliar de dirección de negocios/as varios de la rama/o productivo/a comercial/o/a. O algo por el estilo.

A pesar de eso, se sigue optando por el bachiller, por los mismos motivos que hace treinta años, y sigue pasando lo mismo, con la diferencia que la mayoría de los que terminan las carreras están en una edad muy crecidita y con suerte acaban de cajeros de Carrefour o en una tienda de telefonía móvil, con unas condiciones miserables, peeeero, no se ven a sí mismos como obreros.

Puedo decir, me consta, que muchos funcionarios tampoco se consideran obreros, a pesar de sus sueldos ínfimos y de que no ganan ni una en el Contencioso- Administrativo, por aquello de las necesidades del servicio, quedándose indefensos frente a la Administración.

No son ellos solos, montones de trabajadores no se consideran dentro de la clase obrera, quizás porque no visten de mono, o no trabajan con las manos, o porque ya no los dirige un patrón, sino que los gestiona un responsable de recursos humanos.

Vamos a organizarnos, todo el que se levanta a golpe de despertador y se pasa el día currando para no llegar a fin de mes, es un obrero, un trabajador. Da igual que sea el mecánico de la Renault o el Teleco de Oracle.

¡Que nos han liado!, llevan años vendiéndonos una cantidad de motos estúpidas y falsas con la única intención de desactivar la potencia arrolladora de una masa capaz de cohesionarse y de presentar frente común ante una situación injusta.

Y eso da mucho miedito, la forma más fácil de hacerlo es que no sepas quien eres, ni que eres y por supuesto, que no reconozcas quienes son los tuyos, no vaya a ser que te organices y todos nos pongamos a remar para el mismo lado.

Pero esas cosas ya no pasan. ¿Por qué? Porque la única referencia clara que tenemos de un obrero, es el del anuncio de la Coca Cola Light.

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