SU MAJESTAD, EL REY

Lo del rey es una cosa rara, es la pieza más importante, pero no es la que mejor se mueve, ni la mas peligrosa.

Pobrecito el rey, se aburre, solo le acompaña algunas veces la torre, y la torre es tremendamente tediosa, intenta hacer amistad con los alfiles, pero los alfiles se refugian en el silencio del guerrero que cumple, pero no opina.

Sabe que la dama y el caballo están fuera de su alcance, no puede seguir su ágil ritmo, el se tiene que mover con la solemnidad de los ropajes propios del cargo que ostenta.

Todas las piezas juegan pendientes de rey, que no quede expuesto, que no lo alcancen, lo agobian tanto, que algunas veces, harto de tanta inmovilidad, le da una crisis, se ahoga, y acaba por desbaratar una batalla en la que no hay vencedores ni vencidos.

El rey representa la fatalidad, no puede ser capturado, no puede ser sustituido, no lo dejan participar por miedo, como el rey del bosque de la rama dorada, solo le sirve su cargo para que intenten acabar con el, y lo sabe.

Por eso, cuando esta rodeado de sus torres, protegido por sus alfiles, viendo la batalla desde lejos, en un lugar seguro, el rey aprieta su cetro, reprime un bostezo y le pide a los dioses del ajedrez que vengan pronto a acabar con él.

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