EL CABALLO


Antes de empezar la partida el caballo piafa nervioso en su casilla, caracolea y se encabrita, y a su jinete le cuesta mantenerlo a raya.
Ha sido adiestrado para la batalla, y en el momento que lo liberan de la rigidez de la formación de inicio, trota al centro haciendo cabriolas, con su cola en alto y las orejas erguidas.

El caballo es un enemigo formidable, salta imprevisiblemente sobre cualquiera, cambiando el color de donde apoya sus cascos, su jinete reparte mandobles haciendo molinetes. Incluso la poderosa dama, teme al caballo. Solo los pequeños peones no se dejan deslumbrar por su ligereza, e intentan parar su baile letal.

El movimiento del caballo, aparentemente arbitrario, ha fascinado a muchos de los que lo han contemplado, llegando a emplear años y años analizando su paso elegante, y convirtiéndolo en un juego matemático, solo accesible a mentes privilegiadas.

Aparentemente es una pieza vital y llena de energía, pero esa imagen es engañosa, la mayoría de las veces, el caballo es el heraldo de la destrucción.

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